jueves, 28 de enero de 2010

UNIFICACIÓN DE ITALIA Y ALEMANIA

EL NACIONALISMO.

  • En el siglo XIX va a aparecer con una fuerza incontenible el fenómeno nacionalista que a la larga transformará la vieja Europa. El Antiguo Régimen había sido internacionalista, es decir, no se subrayaban las peculiaridades nacionales que diferenciaban a unos países de otros.
  • El nacionalismo, por la influencia de las ideas de libertad y nación de la Revolución Francesa por un lado y del romanticismo por otro, va a surgir como una fuerza potente, las naciones sometidas a otros estados lucharán por sacudirse el yugo y lograr su independencia, y en los casos en que la nación esté dividida, luchará por lograr su unidad.

Una tercera manifestación se da en las naciones ya unidas (Francia, Gran Bretaña...) y el nacionalismo va a ser el soporte de un proceso de expansión territorial que llevará a la ocupación de territorios lejanos y a la formación de los imperios coloniales a finales del siglo XIX y principios del XX.
Por último, señalar la importancia y trascendencia del fenómeno y su vigencia hoy en día, tanto en Europa (desintegración de Yugoslavia, fragmentación de Checoslovaquia, desintegración de la Unión Soviética...) como en España (ascenso y pujanza de los nacionalismos vasco y catalán), fenómenos todos ellos difíciles de explicar sin el componente nacionalista.


I. Definición de conceptos.
Antes de adentrarnos en el tema es imprescindible la aclaración de algunos términos que a menudo se utilizan de manera incorrecta o que son ambiguos en sí mismos.
Estado. Es un territorio con fronteras internacionales reconocidas oficialmente y sobre el cual tienen vigencia una serie de leyes e instituciones. El Estado puede ser unitario o centralista si todo el poder reside en el centro, y descentralizado o federal si el poder también recae en las regiones que forman el Estado. Un ejemplo del primero sería Francia, país centralizado por antonomasia, y del segundo Estados Unidos, Alemania, España... El nacionalismo en el siglo XIX.
Nacionalidad. Son una serie de rasgos y factores objetivos de tipo económico, social y cultural que definen a la población de un territorio. Lo normal es que los pertenecientes a una nacionalidad no pasen de reivindicaciones culturales. Para otros autores, por el contrario, nacionalidad es el conjunto de esencias básicas sobre las que se asienta la nación.

  • Nación: La nación supone un estadio más avanzado que la nacionalidad, el sentimiento de identidad colectiva llega a plantear una serie de reivindicaciones para conseguir un poder político. Los pilares sobre los que se basan esas reivindicaciones políticas son las peculiaridades de la lengua, la cultura, la religión o la Historia.
  • Nacionalismo: Sería el movimiento político que pretende activar y realizar los objetivos que la nación se plantea en todos sus aspectos, normalmente el logro de un estado independiente.

Una vez visto esto haremos una diferencia entre nación y Estado. Puede darse el caso de que los dos términos coincidan con un único territorio: Portugal, Italia, Polonia... son territorios muy homogéneos donde casi toda la población tiene los mismos rasgos: lengua, religión, pasado común... Pero puede darse el caso de que no coincidan y una nación esté dividida entre varios estados: por ejemplo los kurdos que actualmente viven repartidos entre Siria, Turquía, Irak e Irán; o que en un estado convivan varias naciones distintas (Bélgica está compuesta por dos naciones: los valones de lengua francesa y los flamencos de lengua neerlandesa u holandesa; España que sería una nación de naciones (reconociendo naciones específicas a Cataluña, el País Vasco y Galicia), en este caso hablamos de estados plurinacionales.


II. El nacionalismo: de la Revolución Francesa al romanticismo.
1. Nacionalismo y Revolución Francesa.

Durante el Antiguo Régimen ya hemos visto cómo no existe la idea clara de nación en el sentido actual, los reyes absolutos son internacionalistas, no subrayan las diferencias de sus estados frente a otros, los habitantes de un reino se sienten súbditos de un rey más que ciudadanos de una nación. La palabra nación se usaba como en la Edad Media, hacía referencia sólo al lugar de origen de una persona (del latín nascere, nacer). Será con la Revolución Francesa de 1789 cuando aparezca ya consolidado el término nación, el tercer estado –dirigido por la burguesía- se constituyó en Asamblea Nacional y entendieron que el depositario de la soberanía no era el rey sino la nación, es decir, el conjunto de los habitantes del país con derecho a voto. La lucha contra el resto de Europa afirmó la idea de nación, se creó un ejército nacional que ya no dependía del rey sino de la nación, se exaltó el patriotismo y, en el caso de Francia se identificó nación con Estado. Como vemos, la idea de nación es evidentemente burguesa.
Más tarde las tropas de Napoleón que recorrieron Europa llevaron la idea de nación a todos los pueblos, esto se volvería contra ellos, pues al tomar conciencia de sus peculiaridades nacionales tendrían un arma importante para luchar contra los mismos franceses. La idea de pertenecer a una nación y el aumento del movimiento nacionalista se van a extender por Europa y, a menudo, el movimiento nacionalista irá unido al liberalismo político, de hecho la burguesía es el motor de los dos movimientos.


2. Nacionalismo y romanticismo.

Veíamos en el apartado dos de este tema cómo surgía el Romanticismo como corriente filosófica y literaria en Alemania. Supone este movimiento la negación de la Ilustración y su principio clave: la razón; para los románticos hay muchas cosas que no pueden ser entendidas por la razón y la ciencia como el amor, la religión, la pertenencia a una nación... por lo tanto el movimiento nacionalista está dotado, al igual que la religión, de un componente irracional importante. De entre todos los ideólogos nacionalistas de la época romántica destacará el alemán Herder (1744-1803), decía que un racionalista ante dos hombres de distinto color vería dos personas, pero un romántico vería a un blanco y a un negro. Los románticos subrayan la peculiaridad de las personas y las singularidades de naciones y pueblos (frente al concepto ilustrado más generalista) y el ahondar en esas peculiaridades lleva al nacionalismo, a la consecución de la libertad o independencia de la nación. Dan mucha importancia a la lengua como base de la nación, como principal rasgo que une a todos los componentes de la nación, en esta línea se producirá un resurgir de las lenguas nacionales y la depuración de términos procedentes de idiomas extraños; el filósofo alemán Fichte (1762-1814) decía que "Quienes hablan la misma lengua constituyen un todo que la naturaleza misma ha unido de antemano con múltiples vínculos invisibles". El otro pilar básico es la Historia común, rastreando la Historia de la nación llegan a la Edad Media donde, debido a la fragmentación del poder político, la nación fue libre e independiente. En algunos casos es la religión el elemento de identidad frente a un dominio extranjero de otra creencia, caso de la Irlanda católica frente a la dominación inglesa de religión anglicana, o la católica Polonia frente a ortodoxa Rusia. Desde el punto de vista del individuo sus derechos no cuentan, depende del pueblo o la nación que le nutren y los derechos a reclamar y conseguir son los derechos del colectivo, de la nación o pueblo.
El objetivo fundamental debe ser la recuperación de la libertad e independencia frente a los pueblos dominantes, eso se encauza a través del nacionalismo como movimiento político, este nacionalismo tiene una ardua tarea en Europa pues el continente está dividido, salvo excepciones como Alemania e Italia, en muy pocos estados y en muchísimas naciones sometidas. El nacionalismo llevará, inevitablemente, a un reajuste de fronteras. Esto se pone de manifiesto al triunfar los nacionalismos en Grecia y Bélgica, que lograrán su independencia en 1829 y 1830 respectivamente, serán los primeros países donde triunfe una revolución nacionalista y su ejemplo será imitado en toda Europa.

3. Etapas en un movimiento nacionalista.


Todo movimiento nacionalista va a pasar por dos estadios en su evolución. El primero se centra en la reivindicación de aspectos culturales como el folklore, la Historia, la religión o la lengua; sobre todo la lengua se constituye en la base de identificación del grupo nacional y lo que le diferencia de otros pueblos, la lengua es sometida a una depuración de términos extranjeros y se conoce un renacimiento literario importante. Es curioso que en la mayoría de los casos se establece un contacto con la Edad Media, época en la que, la nación fue libre y, en muchos casos, cuando se produjo el último esplendor cultural y literario, la Edad Media es el horizonte ideal y a veces inventado, la época pasada donde se produjo el nacimiento de la nación; evidentemente es una idea romántica, los hombres del romanticismo en sus escritos recrean el misterioso pasado medieval en vez de la época clásica como había ocurrido con los artistas neoclásicos.
Una vez que la población ha tomado conciencia de la pertenencia a la nación se produce una segunda fase de reivindicación política en la que la nación busca un acomodo en el Estado pidiendo su reconocimiento como nación, un mayor grado de autonomía o bien, lisa y llanamente, la independencia con la intención de crear un nuevo Estado. Estas reivindicaciones políticas constituyen el nacionalismo propiamente dicho.


III. Tipos de nacionalismos en el siglo XIX.


1. Según el ámbito de actuación.

a) La independencia de otros estados.
Es el nacionalismo más típico, la nación (ya sabemos que es el conjunto de habitantes sobre un territorio con una misma lengua, costumbre, religión y pasado común) opta por la independencia de un Estado de lengua y cultura diferentes y en el que esta nación es minoritaria. Evidentemente los estados no van a consentir la pérdida de territorios y la secesión de una región, así estos movimientos van a ser duramente reprimidos. La primera vez que triunfa, ya en la Edad Contemporánea, un movimiento de este tipo es con la independencia de Grecia del Imperio Turco en 1829 y la segunda con la independencia belga de Holanda en 1830; los dos nuevos estados son de reducidas dimensiones. Esto no quiere decir que no haya más movimientos, por supuesto, pero no van a triunfar. Así el Imperio Austríaco estaba formado por un mosaico de naciones distintas que lucharán por su independencia y no la conseguirán hasta después de la I Guerra Mundial. En el Imperio Ruso pasa lo mismo, el gobierno autoritario de los zares no va a permitir ningún movimiento nacionalista y los alzamientos polaco y ucraniano van a ser duramente reprimidos y a esas poblaciones se les desplaza de sitio y se les somete a un proceso de rusificación. En Gran Bretaña serán los irlandeses los que luchen por su independencia.

b) La unificación de una misma nación repartida entre varios estados.

Si en el ejemplo anterior una nación estaba comprendida dentro de un Estado y luchaba por su independencia, ahora vamos a hablar de un caso más complicado, una nación repartida entre varios estados. Una vez que los habitantes de la nación han tomado conciencia de la pertenencia a la misma se produce la lucha para conseguir la unidad. Los casos más típicos son los de Italia y Alemania, en el Congreso de Viena ambas naciones habían permanecido fragmentadas; en los años 20, 30 y 48 se van a producir movimientos de liberación nacional y de lucha por la unidad de la nación dividida, esos movimientos cuajarán en los años 70 y los dos países lograrán su unidad, (esto lo veremos en los siguientes temas).

c) El nacionalismo en las viejas naciones: el imperialismo.


En países como Gran Bretaña o Francia, y más tarde la Alemania ya unida, se va a producir también un importante movimiento nacionalista que no tiene como objetivo la independencia de la nación, pues ya la tienen, sino la exaltación de los principios nacionales y el patriotismo. Este movimiento a finales del siglo XIX llevará a un proceso de expansión en territorios de África y Asia que se conoce como imperialismo o expansión colonial. La idea de que la nación debe ser la más grande, temida y respetada y de que Dios llama al país a la misión grandiosa de dominar el mundo es una idea claramente burguesa que enmascara otras realidades como los intereses económicos de esa burguesía para buscar nuevos mercados y materias primas baratas. A la larga, el desarrollo de ese nacionalismo exacerbado en las naciones-estado europeas va a llevar al choque inevitable entre unas y otras en la I Guerra Mundial.


2. Según la ideología.

El nacionalismo busca con frecuencia otros compañeros de viaje, y se alía con ideologías afines o con objetivos más o menos parecidos.

a) Nacionalismo y liberalismo.
Suele ser la unión más frecuente, el nacionalismo hace suyas las reivindicaciones del liberalismo político, el movimiento nacional reclama la independencia y un régimen parlamentario. Esto lo hemos visto ya en el caso de la independencia de Bélgica, y en los levantamientos nacionalistas frustrados de la Europa central y oriental de 1830 y 1848. La unión de las dos ideologías es lógica, la burguesía es la protagonista de las dos, por un lado pide la independencia de la nación, y por otro un régimen político en el que sea dirigente.

b) Nacionalismo y conservadurismo.


A finales del siglo XIX parte de la burguesía asentada en el poder va a dar un giro radical en sus presupuestos y ante la amenaza de revolución proletaria1 va a hacer suyos postulados extremadamente conservadores que llegan a negar el parlamentarismo y a pedir un poder político fuerte (dictadura) que preserve a la nación de influencias extranjeras y que ésta cumpla sus objetivos de expansión y grandeza; en la idea de mantener a la nación pura sin contaminación con pueblos extranjeros -ideas defendidas entre otros por el ideólogo Maurras- se llega a casos de racismo y discriminación como el affaire Dreyfus, un oficial del ejército francés que fue injustamente condenado por ser judío, en realidad ese caso ponía en evidencia el enfrentamiento entre el parlamentarismo y el nacionalismo más cerril.
No sólo Francia fue sacudida por esta corriente nacionalista conservadora, también Alemania, Gran Bretaña...
Como podemos deducir este movimiento ultranacionalista, antidemocrático, elitista y antisemita sería el precedente de los regímenes fascistas del siglo XX que llevarían a la II Guerra Mundial.


VIDEO SOBRE LA UNIFICACIÓN DE ITALIA.




PRESENTACIÓN FLASH SOBRE LAS UNIFICACIONES DE ITALIA Y ALEMANIA:

http://www.profesorfrancisco.es/2009/11/uniones-de-italia-y-alemania.html

RESTAURACIÓN Y REVOLUCIONES LIBERALES


1. La ideología de la Restauración.

La Restauración del Antiguo Régimen es justificada por una serie de intelectuales que, basándose en ideas del pasado, dan cuerpo a una ideología política de corte conservador. Evidentemente si la Revolución se basó en las ideas de los ilustrados del XVIII que ponían a la razón por encima de todo, los restauradores de la monarquía tradicional abominaban del racionalismo y recuperan las ideas tradicionales que justificaban el poder del rey como otorgado por Dios, es decir, con la idea de monarquía de derecho divino.
Si los pilares del Antiguo Régimen habían sido la monarquía absoluta y el apoyo ideológico de la Iglesia, había que volver a eso. A la Iglesia se le entregan, en la medida de lo posible, las tierras que le habían sido arrebatadas por los revolucionarios y gran parte de sus atribuciones. En el campo de la política algunos ideólogos como Von Haller llegan a decir que el rey es el soberano y dueño de la nación y que, por tanto, puede hacer lo que le plazca con ella, el rey, evidentemente, no tiene que rendir cuentas a nadie. Lejos quedaba la soberanía nacional de la revolución y la monarquía parlamentaria, consideradas ambas por los restauradores como formas políticas
heréticas.

2. la Restauración en Europa (1814-1830).

Para algunos historiadores con la ideología restaurada lo que se pretendía era apuntalar con viejos materiales el viejo edificio del Antiguo Régimen y eso no podía durar mucho.
  • El sistema político de la Restauración: el Congreso de Viena y la Santa Alianza. Con estas ideas que acabamos de citar se reunieron los vencedores de Napoleón en Viena para reorganizar el mapa de Europa, restaurar el absolutismo y asegurarse de que si surgía una nueva revolución sería aplastada por la fuerza de la Santa Alianza.

El Congreso de Viena y el nuevo mapa de Europa: Las dos ideas básicas que van a tener en cuenta los vencedores de Napoleón en su reunión en Viena van a ser la restauración en su trono de los legítimos gobernantes, destituidos por la revolución o por Napoleón; y la idea de equilibrio entre las potencias europeas, idea esta última muy querida por Inglaterra. Una corriente política emergente en Europa y nacida de la revolución es el nacionalismo, no se tendrá en cuenta y así no se atenderán las aspiraciones nacionales de los pueblos, esto a la larga acabará con la Restauración.
Junto a estas ideas también hay que tener en cuenta que cada una de las potencias integrantes del Congreso tiene ambiciones expansionistas, y algunas chocarán entre sí.

Veamos cómo es el nuevo mapa de Europa:

  1. Rusia es la gran vencedora de Napoleón, se anexiona casi toda Polonia, Finlandia y las riberas del Mar Negro (Besarabia).
  2. Prusia recibe territorios importantes y siguiendo la idea de equilibrio seconvertirá en el contrapeso de Francia en el Oeste al recibir Renania o zona ribereña del Rin; y de Rusia en el Este. Otros territorios la convertirán en una potencia fuerte y en el germen de la futura Alemania unida.
  3. Austria recibe territorios en el norte de Italia (Lombardía, Venecia, Istria) y la costa de Dalmacia (actual Croacia).
  4. Inglaterra en el continente recibe Hannover en Alemania y algunas islas (Malta, islas Jónicas...) que consolidan su poder marítimo.
  5. Francia vuelve a las fronteras de 1792, está rodeada de una serie de estados tapón: Saboya-Piamonte, Países Bajos y la Prusia del Rin (Renania).
  6. Holanda, independiente desde 1648, recibe nuevos territorios como Bélgica y Luxemburgo, pasa a llamarse Países Bajos pero esta unión es artificial y saltará por los aires en 1830 con la independencia de Bélgica.
  7. Dinamarca perderá Noruega que pasa a Suecia y a Dinamarca se le entrega Holstein y Lauenburgo. Por último Cracovia se queda como una república libre.
  8. El territorio germánico es un conglomerado de ciudades libres y estados, entre estos destacan dos potencias con ambiciones sobre el resto: Austria y Prusia.

En similares circunstancias de fragmentación se encuentra Italia, las principales unidades políticas son: Austria en el norte que domina Lombardía y Venecia; el reino de Cerdeña y Piamonte que se incorpora Génova y recupera Niza y Saboya; los Estados Pontificios; Nápoles, en cuyo trono han sido repuestos los Borbones...

El nuevo orden internacional: la Santa Alianza.


Aunque muy relacionado con el Congreso de Viena no hay que confundirlo con él. La Santa Alianza fue una creación personal del místico y religioso zar Alejandro I, preveía una unión de monarcas cristianos para salvaguardar el absolutismo y las fronteras internacionales salidas del Congreso, el planteamiento vago del zar tomará cuerpo con las ideas del canciller austríaco Metternich, según esta alianza es legal la intervención militar en cualquier estado donde peligre el absolutismo. Las actuales investigaciones sobre lo que fue realmente la Santa Alianza tienden a rebajar su papel y subrayan que son una serie de normas y tratados pero no totalmente definidos ni cerrados, frente a una visión más antigua que veía en la Santa Alianza una unión fuerte y muy estructurada.
Inglaterra prefiere mantenerse fuera de esta asociación, lógicamente no es una monarquía absolutista, pero impulsa la creación de la Cuádruple Alianza, una unión militar entre Austria, Prusia, Rusia e Inglaterra para vigilar a Francia; la habilidad de Tayllerand, ministro de asuntos exteriores de Luis XVIII hará que Francia sea admitida y se transforme, por tanto en Quíntuple Alianza.
Para seguir los contactos entre los países y vigilar la situación política europea, los países europeos absolutistas se reunieron en varios congresos posteriores, por eso algunos a esta etapa la denominan la Europa de los Congresos.
En la práctica tanto la Santa Alianza como la Quíntuple Alianza son el brazo armado del Antiguo Régimen y, como lo ha denominado algún historiador, sirven de apagafuegos revolucionarios. Intervendrá, por ejemplo, en España en 1823 para devolver el trono absoluto a Fernando VII tras la revolución de 1820.
La Santa Alianza va a perder empuje a partir de 1823 cuando Fernando VII pida su intervención también en América para sofocar la rebelión de las colonias españolas, Estados Unidos se opone (doctrina Monroe) y dice que se opondría por la fuerza a cualquier intervención europea en América; Inglaterra considera positiva y buena para sus intereses la independencia de las colonias españolas... así poco a poco se va difuminando el espíritu de la Santa Alianza, el golpe de gracia definitivo se lo darán las revoluciones de 1820 y 1830.

La evolución del absolutismo en Europa.


Prácticamente casi en toda Europa se ha restaurado el Antiguo Régimen, pero sólo momentáneamente en algunos países.
En Francia Luis XVIII es nombrado rey, para acallar a una cierta oposición interna concede en 1814 una Carta Otorgada, es una especie de Constitución que no nace del pueblo sino que el rey la otorga porque quiere, lógicamente el poder real es fuerte y el Parlamento no tendrá casi peso. Antes de su muerte en 1824 en el país se vive un clima casi de guerra civil entre los ultrarrealistas (partidarios del poder absoluto del rey) dirigidos por el futuro Carlos X, y los independientes, partido donde se integran republicanos, bonapartistas... Al subir al poder Carlos X pone en marcha un régimen ultraconservador que se apoya en un gobierno autoritario (censura, disolución de las Cámaras...); esto provoca una insurrección general en 1830 que acaba con su poder y con el Antiguo Régimen en Francia de una manera definitiva.
Rusia es gobernada de una manera brutal y cruel por Alejandro I, tras su muerte en 1825 le sucede su hermano Nicolás I. En esta situación de cambio aparecen muchos movimientos secretos que piden para Rusia un régimen constitucional y motivan el levantamiento dekabrista o decembrista en diciembre de 1825, serán duramente reprimidos. Nicolás I se muestra más cruel y represor todavía, se apoya en un fuerte cuerpo de policía. Luchará contra el nacionalismo polaco y ucraniano realizando una política de rusificación. El absolutismo se mantendrá en el país hasta principios del siglo XX.
En el Imperio austro-húngaro el emperador Francisco I deja el gobierno en manos de Metternich que no duda en recurrir a la fuerza y a un fuerte centralismo para aplastar el nacionalismo de la gran cantidad de minorías que hay en su artificial estado y que aspiran a un régimen liberal y a la independencia, estos movimientos aflorarán más adelante y será necesario conceder una cierta autonomía a los territorios.
Prusia está gobernada por Federico Guillermo III y se encuentra dividida en dos zonas, Prusia propiamente dicha al Este y la Renania prusiana en la zona del Rin. El rey aprueba al principio una carta otorgada en 1814 pero luego se arrepentirá y gobernará de una manera más autoritaria. El objetivo de Prusia es lograr bajo su mano la unificación de Alemania.
La Europa postnapoleónica vuelve a estar dominada por el Antiguo Régimen. En la superficie parece como si la revolución estuviera superada, pero la realidad es otra, la oposición al Antiguo Régimen es creciente en todos los aspectos que no tardarán en aflorar.


La oposición al Antiguo Régimen.


Frente al Antiguo Régimen van a aparecer una serie de ideologías que cuestionan sus principios, son doctrinas que rechazan la visión que los restauradores del viejo orden tienen de las cosas: romanticismo, liberalismo y nacionalismo. Estas ideologías se plasmarán en corrientes políticas como el liberalismo y el nacionalismo.


Las nuevas corrientes de pensamiento.


Destacamos en primer lugar el Romanticismo. Es un movimiento cultural que aparece en Alemania y que desde finales del XVIII cuestiona el racionalismo de la Ilustración, estos pensadores exaltan los sentimientos frente a la razón. Destacó el movimiento alemán Stürn und Drang que significa Empuje y Tempestad. Del terreno filosófico y literario pasaron al político y a la cabeza de su ideario colocaron como biensupremo a la libertad, imprescindible para el desarrollo tanto del individuo como del colectivo (pueblo), ideas que no casan con el autoritarismo absolutista de la Restauración.
Otro movimiento ya lo conocemos, es el liberalismo político, es decir, el que se basa en las ideas de la Ilustración y que aupó a la burguesía francesa al poder, aunque haya caído Napoleón no se han olvidado ideas como división de poderes, constitución, monarquía parlamentaria... y en toda Europa surgen movimientos para luchar contra el absolutismo.
El nacionalismo es la otra corriente importante, se basa en la exaltación de la lengua, la religión o la etnia de un pueblo para reclamar la libertad o independencia del colectivo perteneciente a ese pueblo, el Antiguo Régimen es internacionalista, no exalta ni subraya las peculiaridades nacionales, pero el mapa de Europa es un conglomerado de nacionalidades sometidas a otros países o repartidas entre varios que aspirarán a lograr su unidad o independencia, esto, unido a las ideologías anteriores, desembocará en los movimientos revolucionarios que acabarán definitivamente con el absolutismo y el Antiguo Régimen en muchos países de Europa. Las tres ideologías tienen conexiones importantes entre sí, y muchos puntos comunes, pero no son lo mismo.
Junto a estas ideas son importantes también las de los movimientos obreros que se están consolidando, evidentemente rechazan la división estamental y discriminatoria de la sociedad del Antiguo Régimen, pero de la misma manera rechazan también las alternativas anteriores propuestas por la burguesía.

La oposición liberal y nacionalista: las revoluciones de 1820.


Las ideologías anteriormente citadas van a cuajar a principios de los años veinte y en Europa va a estallar una nueva oleada revolucionaria que lleva como bandera las ideas de la Revolución Francesa de 1789 (liberalismo político burgués) y las ideas nacionalistas; todas estas revoluciones cuestionan el viejo orden y minan la estabilidad del Antiguo Régimen.
Revoluciones donde predomina el componente liberal: En España se produjo en 1820 el pronunciamiento de Riego, lo que obliga a Fernando VII a jurar la constitución de 1812 abriéndose así un paréntesis liberal de tres años hasta que las tropas de la Santa Alianza reponen a Fernando VII como rey absoluto. En Portugal, a imitación de lo que sucede en España, los militares protagonizan un pronunciamiento en 1820 en Oporto y el rey no tiene más remedio que establecer un régimen liberal. Fenómenos parecidos se producen en Nápoles, Piamonte...
La reacción de las potencias absolutistas es la de intervenir en estos casos y retornar al absolutismo por la fuerza, así fueron abortados muchos de estos intentos liberales: España, Italia...
Revoluciones donde predomina el componente nacionalista: En la Europa Oriental de los grandes imperios (Imperio Ruso, Austro-húngaro y Turco), el componente nacionalista tiene más peso. El Imperio de Austria-Hungría es un mosaico de etnias, lenguas, religiones y culturas distintas, y todas aspiran a lograr más autonomía o su independencia, así, por ejemplo, Hungría pide más libertad al gobierno de Viena, pero dentro de Hungría, rumanos y búlgaros piden lo mismo de Hungría; todas estas tensiones y las rivalidades entre los grandes imperios serán una de las causas del estallido de la I Guerra Mundial.
De todos estos países de la Europa Oriental será sólo Grecia el que consiga su independencia del Imperio Turco; tras duras derrotas (Navarino, Missolonghi) los griegos, con el apoyo entusiasta de un gran número de europeos occidentales, vencen de manera definitiva a los turcos en Adrianópolis (1829) y Grecia consigue así su independencia definitiva en 1830.

La Revolución de 1830 en Francia.

1. Las causas.

  • Causas económicas.
    Se puede decir que la crisis económica fue el chispazo que hizo estallar esta nueva oleada revolucionaria. La crisis se inicia en 1825 en Inglaterra y pasará más tarde a la Europa continental. En general se reduce el comercio y la producción industrial, en Francia esto se ve correspondido por una serie de huelgas protagonizadas por los obreros que son los que, en última instancia, soportan la crisis.
    Cuando la crisis económica se estaba superando estalló en 1828 otra crisis más profunda ya que afecta no solo a la industria sino también a la producción agraria que se manifiesta principalmente en una mala cosecha de cereales y patatas. Las consecuencias son la carestía y el incremento del precio de los productos de primera necesidad, así como una disminución del poder adquisitivo y la acumulación de stocks de productos que no se pueden vender. Como solución a la crisis se piden medidas contradictorias, los industriales piden proteccionismo al gobierno frente a la competencia exterior, pero los comerciantes lo critican porque eso limita el volumen de intercambios.
    Las clases desfavorecidas son, lógicamente, las más afectadas, un gran número de campesinos y obreros se ven en el paro y aumenta rápidamente el número de mendigos y vagabundos, mientras que en las ciudades crece el número de robos, sobre todo de harina. Las protestas sociales sólo pueden ser contenidas por la fuerza.

Las causas políticas.
El régimen de Carlos X, antiguo líder del partido ultrarrealista (absolutista) en tiempos de Luis XVIII, es más duro que el de su antecesor. La Carta Otorgada de Luis XVIII, que en sí misma era un remedo de constitución y que contenía escasas concesiones liberales, intenta ser recortada por Carlos X para restaurar plenamente el La revolución de 1830.
absolutismo. El gobierno del rey se vuelve cada vez más autoritario y restringe parte de las libertades civiles. El punto culminante será cuando en el verano de 1830 se publiquen las ordenanzas de julio, por las cuales Carlos X disuelve la Cámara (una especie de parlamento con muy poca representación popular y con pocos poderes) y convoque nuevas elecciones mucho más restrictivas, del nuevo censo de electores queda excluida la alta burguesía comercial e industrial, el rey se apoya casi exclusivamente en la aristocracia; por si fuera poco la libertad de expresión queda restringida y la prensa controlada por el Gobierno.
2. El desarrollo de la Revolución.
El periódico Le National encabezó la protesta, en un manifiesto 44 periodistas se negaban a aceptar el control de la prensa y la disolución de la Cámara.
El 27 de julio se inician las tres gloriosas jornadas de lucha, no demasiado cruenta. En las barricadas se atrincheran estudiantes, obreros y algunos diputados, el ejército se niega a disparar contra la población civil.
El Antiguo Régimen es derribado y el rey parte hacia el exilio. La alta burguesía, temerosa de la orientación republicana de algunos de los protagonistas de la revuelta, se adelanta a los acontecimientos proponiendo como rey a Luis Felipe, duque Orleans, perteneciente a una rama secundaria de los Borbones aunque su padre, Felipe Igualdad, participó en la ejecución de Luis XVI, esto le da un cierto carisma popular.
Pero veamos los diferentes grupos sociales que han participado en la revuelta. En primer lugar habría que hablar de los diputados liberales, son ellos los que la han dirigido; Periodistas, tendrán un gran protagonismo ya que se erigen en portavoces del pueblo y serán los que redacten las primeras proclamas; estudiantes, es un grupo muy reducido, se destaca su acción en las barricadas; obreros es una fuerza que todavía no está madura, están impregnados de ideas democráticas y republicanas; y republicanos, que participan pero tienen poco peso, no tienen excesivo eco. Todos serán manipulados por la alta burguesía, que no es partidaria de radicalismos.
La monarquía de julio se convierte en el instrumento de la alta burguesía frente al resto de las fuerzas sociales. Se restaura en Francia la monarquía parlamentaria, Luis Felipe es rey por expreso deseo de la nación, y acepta plenamente todas las ideas del liberalismo político. En esa línea se produce la ampliación de la Carta Otorgada que desemboca en la Constitución de 1830, en ella se reconoce la libertad de prensa y se amplía el número de ciudadanos con derecho a voto. La alta burguesía controla el poder, ha colocado al rey en su puesto y el sufragio más ampliado pero censitario le proporciona el control del parlamento. Las ideas de obreros estudiantes y pequeña burguesía quedan al margen, encontrarán su oportunidad con la revolución de 1848.


II. La Revolución de 1830 en Bélgica.

1. La situación antes de la Revolución.

Ya veíamos que tras el Congreso de Viena se reestructuraba el mapa europeo, al norte de Francia se creaba un estado nuevo llamado Reino de los Países Bajos que englobaba a Holanda, Bélgica y Luxemburgo. Era un estado artificial y heterogéneo, belgas y holandeses tenían muy pocas cosas en común. Desde el punto de vista religioso los holandeses son protestantes y los belgas católicos; desde el punto de vista lingüístico en Holanda se habla el neerlandés y en Bélgica el neerlandés y el francés; en economía los holandeses son comerciantes librecambistas y los belgas basan su economía en la industria y la agricultura que necesitan protección frente a la competencia exterior; por si fuera poco los belgas están marginados de los órganos de poder, aunque tienen los mismos diputados en el Parlamento, el rey Guillermo I de Nassau prefiere a los holandeses para los principales cargos públicos. Hasta la enseñanza constituía un punto de fricción, los belgas, católicos, prefieren la enseñanza privada, así no les imponen la lengua ni la religión holandesas en las escuelas; los holandeses son partidarios de la enseñanza pública.
En este contexto es comprensible que los belgas se vincularan a posturas liberales y nacionalistas para reclamar más autonomía o claramente la independencia. Ante la creciente agitación nacionalista, Guillermo I respondió limitando la libertad de prensa, eso provoca todavía más enfrentamientos. Por si fuera poco la crisis económica de 1830 caldea todavía más el ambiente.

2. El desarrollo de la Revolución.

La chispa que desencadena el estallido revolucionario es una subversiva representación teatral el 25 de agosto de 1830, el tema de la obra es la sublevación de Masianello en 1647 en Nápoles contra el dominio español. Esto degenera en un estallido revolucionario y en la instalación de barricadas. Se forma un Gobierno Provisional y se proclama la independencia de Bélgica. Un mes más tarde todos los holandeses son expulsados, ha triunfado una insurrección con dos componentes esenciales: el liberalismo y el nacionalismo.
El resto de las potencias conservadoras y absolutistas (Austria, Prusia y Rusia) apoyan a Holanda pero no pueden mandar tropas pues se encuentran con problemas similares en sus respectivos estados (Polonia se subleva contra el Imperio Ruso y el norte de Italia contra el dominio austríaco). Francia, que se juega una zona de influencia en un país vecino, e Inglaterra, rival comercial de Holanda, ven con buenos ojos la revolución y le brindan todo su apoyo.
Bélgica independiente se convertirá en una monarquía parlamentaria con Leopoldo I de Sajonia como rey y su Constitución de 1831 se considera la expresión más acabada de liberalismo: soberanía popular, dos cámaras elegidas, libertad de cultos, clero pagado por el Estado pero separado del poder político, sistema judicial independiente, declaración de derechos... tendrá una gran influencia en otras constituciones de otros países. Holanda acabará reconociendo al nuevo estado en 1839.

III. Los fracasos revolucionarios.

La oleada revolucionaria se extendió a otras naciones europeas como Polonia, Italia y Alemania, todas ellas contemplan los dos ingredientes básicos: liberalismo y nacionalismo; pero tras unos inicios prometedores los revolucionarios fueron barridos por los gobiernos absolutistas.
1. Polonia.

Tras el Congreso de Viena el territorio polaco se reparte entre Austria, Prusia y Rusia (que tiene la parte más extensa) y Cracovia que es una república libre; debido a esta fragmentación es difícil un estallido conjunto en todo el territorio. En la zona rusa Alejandro I, el gran reaccionario del Congreso de Viena, nombra como virrey a su hermano Constantino que controla al ejército polaco y a todas las instituciones del país.
La oposición a los rusos está dividida, el Partido Blanco es partidario sólo de una cierta autonomía y el Partido Rojo de la independencia. Los acontecimientos en Francia animan a la sublevación, se proclama la independencia, los polacos cuentan con el apoyo francés, los rusos, desprevenidos se retiran. Pero la falta de apoyo real por parte de Francia y la reorganización de los rusos acaban con la revuelta y se inicia un régimen mucho más duro que tendrá como objetivo acabar con el nacionalismo polaco rusificando a la población con medidas como prohibir la lengua polaca, cerrar la universidad e imponer por la fuerza la religión ortodoxa rusa. Polonia no logrará su independencia hasta después de la I Guerra Mundial.

2. Italia.
En Italia la revolución tendrá un fuerte carácter nacionalista y será impulsado por una sociedad secreta, los carbonarios, todos sus esfuerzos se dirigen contra el poder del papa Gregorio XVI y contra la presencia austríaca en el norte de Italia. Al principio se consigue expulsar a los gobernantes de Parma y Módena, aliados de Austria, pero Austria los repone por la fuerza, de la misma forma la revolución es reprimida en los Estados Pontificios por el ejército austríaco, Austria es una potencia católica y el papa pide su ayuda. Aunque la revolución ha fracasado y el movimiento carbonario reprimido, permanecerá el sentimiento nacionalista y un nacionalismo con figuras como Manzoni y Leopardi, cuyas ideas serán el germen de la unificación italiana en 1870.


3. Alemania.
Alemania es un territorio fragmentado en muchos estados controlados por Austria y Prusia que ante el estallido revolucionario posponen sus rencillas. El movimiento empieza a finales de 1830 por el norte (Brunswick, Sajonia y Hannover) y más tarde se extenderá por el sur (Baviera). Al igual que en Italia la revuelta tiene un fuerte contenido nacionalista. Ante la escalada de los acontecimientos Austria y Prusia se coordinan y son rápidamente sofocados todos los focos revolucionarios. El nacionalismo alemán no desaparece, y la idea de pertenecer todos a una misma nación que hay que unificar seguirá latente. Esta unificación no se realizará bajo el liberalismo, sino a través del conservadurismo prusiano en 1870.


Las causas del estallido revolucionario de 1848.

1. Las causas económicas.
En el año 1847 se produce una crisis importante en la economía europea, es una crisis agrícola e industrial como las anteriores, pero también, y esto es la novedad, es una crisis financiera.

La crisis agrícola.
En el año 1845 se inicia una crisis agrícola de gran magnitud en Europa, en los inicios encontramos que una plaga ha destrozado la producción de patatas, base de la alimentación de muchos países atlánticos europeos como Irlanda. En 1847 las sequías consecutivas contribuyen a producir cosechas de cereales insuficientes en toda la Europa atlántica. La principal manifestación de la crisis es el colapso de los intercambios comerciales entre el campo y la ciudad, lo que genera una escalada importante de los precios de los productos.

La crisis industrial.
Es debida fundamentalmente a un aumento espectacular de la producción industrial, se acumulan muchos stocks que no se pueden vender ante el escaso poder adquisitivo del mercado rural debido a la crisis agrícola; como consecuencia de esto los empresarios se ven obligados a cerrar las fábricas por la pérdida de beneficios. La revolución de 1848.

La crisis financiera.
Para algunos historiadores se produce también una importante crisis financiera debido a la excesiva especulación y a las fuertes inversiones en el ferrocarril, dejando a la industria y a la agricultura desprovistas de capital. Esto producirá una crisis bursátil (de la bolsa) y la ruina de muchos ahorradores.


2. Las causas sociales.
Como en todas las crisis son las clases populares las que sufren con más intensidad todos sus efectos. La subida espectacular de los precios de los productos de primera necesidad coloca a gran parte de la población urbana al borde de la subsistencia, en el campo la ausencia de excedentes hace que los campesinos no se puedan beneficiar de este fenómeno. El cierre de fábricas con el consiguiente aumento del paro y el desarrollo del mercado negro van a generar tensiones sociales de primer orden. Surgirá, en definitiva, un descontento generalizado de la población, esto hará que se encontre receptiva a la propaganda revolucionaria.
Según Labrousse si nos basáramos exclusivamente en los criterios económicos la revolución debería haber estallado en 1847 y no en 1848, podemos decir, en definitiva, que las causas sociales van a ser determinantes.

3. Causas ideológicas y políticas.
Desde el punto de vista político Europa pasa por una etapa de inestabilidad importante. El continente se encuentra dividido en dos bloques: los países liberales y los absolutistas. Pero dentro de los países liberales se van a producir tensiones, el liberalismo doctrinario (sufragio censitario, soberanía nacional, poder autoritario...) de la alta burguesía va a ser contestado por sectores muy importantes de la sociedad de inspiración claramente republicana. Las clases populares y la baja y media burguesía van a pedir una mayor apertura política y defenderán unos planteamientos políticos que van más allá del liberalismo doctrinario, es el liberalismo democrático donde se exige, entre otras cosas, un mayor número de libertades, el sufragio universal, la soberanía popular, la república como forma de gobierno... En Europa Central y Oriental a este componente liberal-democrático hay que sumarle el componente nacionalista que va a hacer temblar a los regímenes absolutistas, aunque los resultados van a ser más modestos.
Hemos de señalar también la importancia de las ideas sociales, la revolución industrial se ha consolidado en el Continente y el movimiento obrero se ha ido desarrollando, aunque en general se encuentra próximo a las reivindicaciones del liberalismo democrático, su evolución posterior y su marginación tras el triunfo de la revolución les va a ir separando poco a poco. Como hecho importante recordemos que es en 1848 cuando Marx y Engels publican el Manifiesto Comunista, punto de partida de la ideología marxista.

II. El desarrollo de la revolución.

1. La revolución democrática en Francia.

La monarquía de Luis Felipe de Orleans había dado un giro importante hacia el conservadurismo y el autoritarismo a partir de 1832. El gobierno del conservador Guizot mantiene una política autoritaria frente a la oposición y a las fuerzas de izquierdas. El desencadenante de la revolución fue la negativa del gobierno de Guizot a autorizar un banquete político de sus oponentes el día 22 de febrero. El banquete se realizo, y la manifestación contra el Gobierno también. Al día siguiente se repitió, la Guardia Nacional recibe órdenes de disparar contra los manifestantes que se han atrincherado en barricadas, la Guardia Nacional se niega. La situación se complica y el día 24 Luis Felipe abdica, el 25 se proclama la II República Francesa.
Entre las principales fuerzas política que participan en los acontecimientos debemos destacar a los Republicanos demócratas y a los Republicanos sociales.
Los Republicanos demócratas propugnan solo medidas políticas como el sufragio universal, pero dejan de un lado las sociales. Sus partidarios se encuentran en las provincias: entre el campesinado, la baja burguesía y las clases medias en general. Cuentan con el periódico Le National como portavoz de sus ideas.
Los Republicanos sociales buscan cambios mucho más profundos. Sus partidarios se encuentran en el pueblo de París y dentro de ellos distinguimos dos tendencias: los moderados, que admiten la propiedad privada y proponen la nacionalización de la banca y la creación de cooperativas agrícolas e industriales; y los radicales (llamados también socialistas) partidarios de la socialización total y la abolición de la propiedad privada, se encuentran próximos a la ideología obrera, consiguen aprobar la jornada laboral de 10 horas, la abolición de la esclavitud en las colonias, creación de los Talleres Nacionales para dar trabajo a los parados...
Para poder iniciar una nueva etapa política se forma un Gobierno Provisional de demócratas y moderados para elaborar una nueva constitución y hacer frente a la crítica situación del país, pero antes se convocan elecciones.
Las elecciones de abril de 1848 suponen la aplicación del sufragio universal, el cuerpo electoral pasa de los 200.000 votantes anteriores (sufragio censitario) a 9 millones (sufragio universal). Los resultados constituyen una gran victoria para los republicanos demócratas (consiguen 600 de los 900 escaños), una gran derrota para los republicanos sociales, y la consolidación de una oposición de orleanistas (partidarios de Luis Felipe) y legitimistas (partidarios de los Borbones), que contarán con 100 escaños.
Los republicanos sociales radicales (socialistas) al ser vencidos pretenden un golpe de fuerza contra el Gobierno el 15 de mayo. El Gobierno declara ilegal el socialismo y frena las reformas sociales: se suprime la construcción de ferrocarriles así como los Talleres Nacionales, medidas ambas pensadas para dar trabajo a los parados. Los socialistas plantearán una batalla final contra el Gobierno entre el 23 y el 26 de junio, el levantamiento será reprimido por el general Cavaignac que dejará tras de sí un rastro de miles de muertos, 4.000 deportados y 15.000 detenidos; los militares aparecen aliados de los demócratas y la República da un giro hacia posiciones más conservadoras. El proletariado, que hasta entonces había sido la fuerza de choque de la burguesía en la revolución, se separa definitivamente de cualquier movimiento burgués, esa separación será ya definitiva y va a radicalizar más las posturas.
La Constitución aprobada el 12 de noviembre recoge algunos de los principios democráticos como el sufragio universal, libertad de prensa, abolición de la esclavitud
en las colonias, enseñanza primaria gratuita...; pero dará plenos poderes al presidente del gobierno, lo cual le da un toque autoritario y conservador.
Las elecciones para presidente de la II República arrojan un resultado sorprendente, Luis Napoleón, sobrino de Napoleón Bonaparte, se hace con el poder con un amplio margen. El poder fuerte que la constitución garantiza al presidente de la República va a servir a este Luis Napoleón para dar un golpe de Estado y convocar un plebiscito popular para proclamarse emperador, cosa que hará el 2 de diciembre de 1852.
Como vemos el espíritu social que generó la revolución de 1848 desembocó en un régimen imperial para Francia, la Historia se repetía de nuevo.

2. La revolución en Italia.
En Italia la revolución tiene, además del contenido liberal de exigir gobiernos más democráticos, una vertiente claramente nacionalista. Toda la Península se ve sacudida por movimientos revolucionarios. Los inicios se sitúan en el sur, las insurrecciones de Nápoles y Palermo obligan al rey Fernando II a conceder una Constitución, aquí el tono de las reivindicaciones es claramente liberal. En los Estados Pontificios se exige al papa Pío IX un régimen más democrático.
Pero el movimiento más fuerte se da en el norte y está cargado de ingredientes nacionalistas, Milán se rebela contra la ocupación austríaca y recibe el apoyo del ejército del Piamonte, los austríacos se retiran pero por poco tiempo, una vez reorganizado el ejército austríaco derrota al piamontés que está muy mal pertrechado y no recibe el apoyo francés esperado en la batalla de Custozza (25-VII-48). Más tarde, en 1849 Carlos Alberto del Piamonte lo intenta de nuevo y será otra vez derrotado, obligándosele a abdicar en su hijo Víctor Manuel II, el futuro unificador de Italia. En el año 49 se radicalizan las posturas y el papa Pío IX tuvo que huir de Roma donde momentáneamente se proclamó la República.
Como conclusión diremos que todos estos movimientos fracasan, que la causa del nacionalismo italiano no está todavía madura y que el único régimen liberal de Italia es el reino del Piamonte.

3. Revolución liberal y nacionalista en el Imperio Austríaco.
Austria es un conglomerado de nacionalidades muy diferentes que se encuentran unidas por la figura del emperador que gobierna de una manera absolutista y despótica. La revolución estará cargada de elementos liberales en Viena, pero en los distintos territorios del Imperio a estos sentimientos liberales se suma un fuerte contenido nacionalista.
Rápidamente los sucesos franceses e italianos contagian al Imperio Austríaco. La insurrección popular se inicia en Viena y los insurrectos exigen al emperador un régimen liberal y una constitución que salga de un proceso constituyente, así como la destitución del canciller Metternich que reencarna el antiguo orden y las ideas más conservadoras. De todas las peticiones el emperador sólo concede la de suprimir los derechos feudales (muy importante en un país campesino como Austria) y reconocer la igualdad entre todas las nacionalidades que conforman este artificial imperio. Los revolucionarios radicalizan sus posturas y el gobierno recurre a la fuerza, el príncipe Windisckgrätz bombardea Viena y acaba la rebelión, a pesar de todo el emperador Fernando I abdica en su sobrino Francisco José.
La eliminación de los derechos feudales en Hungría, país agrario dominado por la nobleza terrateniente, enfrenta a los húngaros contra los austríacos. Pero junto a esa rebeldía de los nobles están los distintos sectores populares que reclaman más libertad y tienen en común con los anteriores un amplio sentimiento nacionalista. Los liberales toman el poder en Hungría pero actúan de manera autoritaria al incorporarse otras nacionalidades como Cracovia, Transilvania... es decir, los propios derechos y libertades que ellos exigen a los austríacos se lo niegan a los pueblos sometidos a Hungría. Esta sublevación húngara será derrotada tras una fuerte resistencia en la que se llega a proclamar la independencia, Windisckgrätz reprime la revuelta con el apoyo del ejército ruso.
Los checos reclaman también una mayor libertad, se llega incluso a pedir la independencia reivindicando el antiguo reino de Bohemia. La actuación austríaca será como en Hungría, la represión militar, Praga fue ocupada militarmente y con ello acabó la revuelta.
Al principio pareció que la causa revolucionaria llegó a triunfar en los territorios del Imperio, pero la reacción militar de las fuerzas conservadoras y la desunión de los revolucionarios impidió ese triunfo. El nacionalismo húngaro, checo... se mantendría latente y a la larga sería la causa de la disolución de Austria-Hungría tras la I Guerra Mundial.

4. La revolución en Alemania.
A imitación de Francia los movimientos revolucionarios se extienden por Alemania, primero en la zona próxima al Rin, más rica y cercana a Francia, y más tarde por Baviera y Prusia. En Prusia es importante pues es el estado más grande, el emperador Guillermo IV no tiene más remedio que formar un gobierno más liberal, esto será imitado en otros territorios.
En Alemania se unen los dos ingredientes fundamentales: liberalismo y nacionalismo. Representantes de todos los estados se unen en Franckfort y se proclama un parlamento alemán constituyente que representa a toda Alemania, la idea básica es lograr la unidad del país; más tarde se elabora una Constitución. El asunto clave era ver cómo se unía Alemania si en torno a Prusia (Pequeña Alemania) y excluyendo a Austria, país de lengua y cultura alemana; o incluyendo a Austria y dirigiendo ella la unidad (Gran Alemania). Se optó por lo primero y se entregó la corona imperial al rey de Prusia Guillermo IV que la rechazó ya que no era partidario de un régimen liberal, también rechazaron la Constitución Austria, Hannover y Baviera). La utilización del ejército acabaría con todas las tentativas revolucionarias y la disolución del Parlamento de Franckfort, la unidad alemana parecía más lejana que nunca.

5. Las causas del fracaso revolucionario.
Brevemente veremos cuáles son. Entre ellas podemos señalar la mejora económica tras el año 1848. Otra causa sería que la burguesía no se compromete a fondo porque teme la revolución proletaria. Además, los reyes absolutistas se apoyan entre sí y controlan el ejército que es el elemento clave para reprimir cualquier movimiento subversivo. Hemos de observar también que los revolucionarios no son solidarios entre ellos mismos ni con los movimientos similares en otros países.






martes, 5 de enero de 2010

HISTORIA DE 4º DE ESO


ESQUEMA GENERAL DEL LIBERALISMO Y LAS REVOLUCIONES ATLÁNTICAS:













http://www.claseshistoria.com/c-maps/mapa-revolucionfrancesa.html


LA REVOLUCIÓN FRANCESA: CAUSAS Y CONSECUENCIAS.

La Revolución Francesa fue el cambio político más importante que se produjo en Europa a fines del siglo XVIII. No fue sólo importante para Francia, sino que sirvió de ejemplo para otros países , en donde se desataron conflictos sociales similares, en contra de un régimen anacrónico y opresor, como era la monarquía.
Esta revolución significó el triunfo de un pueblo pobre, oprimido y cansado de las injusticias de la nobleza feudal y del estado absolutista y sus privilegios. Durante el reinado de Luis XIV (1643-1715), Francia se hallaba bajo el dominio de una monarquía absolutista, el poder de rey y de la nobleza era la base de este régimen, pero en realidad el estado se encontraba en una situación económica bastante precaria, que se agravó por el mal gobierno de Luis XV (bisnieto de Luis XIV), y que tocó fondo durante el reinado de Luis XVI, gobernante bien intencionado, pero de carácter débil, por lo que se le llamó el buen Luis.
Los gastos militares y un lustro de malas cosechas crearon una gravísima situación social. La mayoría de la población se vio en la miseria mientras el lujo y el despilfarro del rey y la nobleza continuaban como si nada. Luis XVI se negó a realizar cualquier tipo de reforma y defendió los privilegios de la aristocracia frente al hambre de sus súbditos, que se estaban hartando de la injusticia.
El mantenimiento de un estado absolutista demandaba mucho dinero, ya que:
* Existía un gran número de funcionarios en el gobierno y cada uno buscaba su propio beneficio.
* Se tenía que mantener un gran ejército permanente.
* La corte vivía rodeada de lujos.
Algunos ministros de Hacienda trataron de encontrar una solución a esta crisis, pero sus medidas sólo complicaron más la situación.

Aparece un nuevo problema:
· El envió de tropas a América de Norte, para defender su posiciones territoriales, ante el avance del gobierno inglés, en la guerra de los Estados Unidos.
· Consecuentemente la monarquía se endeudó mucho más.

Soluciones Propuestas:
· Se recurrió al tradicional intento de aumentar los impuestos.
· Se trató de conseguir que la nobleza también aportase su correspondiente diezmo, medida que provocó la ira y oposición de esta última clase social, que estaba dispuesta a defender sus privilegios feudales, hasta el punto de enfrentarse a la monarquía.
· Para que no se empeorara su situación económica la nobleza trató de acaparar más cargos en la burocracia estatal, y además, aumentó la explotación de los campesinos que trabajaban en sus tierras, exigiéndoles mayores contribuciones.

Resumiendo:
a- La economía del país estaba arruinada.
b- Los nobles consecuentemente sufrían crisis financieras.
c- El clero no recibía el diezmo por parte del pueblo.
d- La burguesía quería acceder a cargos públicos.
e- Los campesinos estaban cansados del poder feudal.

La sociedad estaba compuesta por tres sectores sociales llamados estados. El primer estado era la Iglesia; sumaba unas 120.000 personas, poseía el 10% de las tierras de Francia y no pagaba impuestos. Recibía de los campesinos el “diezmo”, es decir, la décima parte del producto de sus cosechas. Sólo la Iglesia podía legalizar casamientos, nacimientos y defunciones, y la educación estaba en sus manos. El segundo estado era la nobleza, integrada por unas 350.000personas. Dueños del 30 % de las tierras, los nobles estaban eximidos de la mayoría de los impuestos y ocupaban todos los cargos públicos. Los campesinos les pagaban tributo y sólo podían venderles sus cosechas a ellos. Tenían tribunales propios, es decir que se juzgaban a sí mismos. El tercer estado comprendía al 98% de la población, y su composición era muy variada. Por un lado estaba la burguesía, formada por los ricos financieros y banqueros que hacían negocios con el estado; los artesanos, funcionarios menores y comerciantes. Por otra parte, existían campesinos libres, pequeños propietarios, arrendatarios y jornaleros. El proletariado urbano vivía de trabajos artesanales y tareas domésticas. Finalmente estaban los siervos, que debían trabajo y obediencia a sus señores. El tercer estado carecía de poder y decisión política, pero pagaba todos los impuestos, hacia los peores trabajos y no tenía ningún derecho. La burguesía necesitaba tener acceso al poder y manejar un estado centralizado que protegiera e impulsara sus actividades económicas, tal como venia ocurriendo en Inglaterra.
En términos generales fueron varios los factores que influyeron en la
Revolución: un régimen monárquico que sucumbiría ante su propia rigidez en el contexto de un mundo cambiante; el surgimiento de una clase burguesa que nació siglos atrás y que había alcanzado un gran poder en el terreno económico y que ahora empezaba a propugnar el político; el descontento de las clases populares; la expansión de las nuevas ideas liberales; la crisis económica que imperó en Francia tras las malas cosechas y los graves problemas hacendísticos causados por el apoyo militar a la independencia de Estados Unidos. Ésta intervención militar se convertiría en arma de doble filo, pues, pese a ganar Francia la guerra contra Gran Bretaña y resarcirse así de la anterior derrota en la Guerra de los Siete Años, la hacienda quedó en bancarrota y con una importante deuda externa. Los problemas fiscales de la monarquía, junto al ejemplo de democracia del nuevo Estado emancipado precipitaron los acontecimientos.
Desde el punto de vista político, fueron fundamentales ideas tales como las expuestas por
Voltaire, Rousseau o Montesquieu (como por ejemplo, los conceptos de libertad política, de fraternidad y de igualdad, o de rechazo a una sociedad dividida, o las nuevas teorías políticas sobre la separación de poderes del Estado). Todo ello fue rompiendo el prestigio de las instituciones del Antiguo Régimen y ayudaron a su desplome.
Desde el punto de vista
económico, la inmanejable deuda del estado fue exacerbada por un sistema de extrema desigualdad social y de altos impuestos que los estamentos privilegiados, nobleza y clero, no tenían obligación de pagar, pero que sí oprimía al resto de la sociedad. Hubo un aumento de los gastos del Estado simultáneo a un descenso de la producción agraria de terratenientes y los campesinos, lo que produjo una grave escasez de alimentos en los meses precedentes a la Revolución. Las tensiones, tanto sociales como políticas, mucho tiempo contenidas, se desataron en una gran crisis económica a consecuencia de los dos hechos puntuales señalados: la colaboración interesada de Francia con la causa de la independencia estadounidense (que ocasionó un gigantesco déficit fiscal) y el aumento de los precios agrícolas.
El conjunto de la población mostraba un resentimiento generalizado dirigido hacia los privilegios de los nobles y el dominio de la vida pública por parte de una ambiciosa clase profesional, para quien el ejemplo del proceso revolucionario estadounidense abrió los horizontes de cambio político.

Los
Estados Generales estaban formados por los representantes de cada estamento. Estos estaban separados a la hora de deliberar y tenían sólo un voto por estamento. La convocatoria fue un motivo de preocupación para la oposición, por cuanto existía la creencia de que no era otra cosa que un intento, por parte de la monarquía, de manipular la asamblea a su antojo. La cuestión que se planteaba era importante. Estaba en juego la idea de Soberanía Nacional, es decir, admitir que el conjunto de los diputados de los Estados Generales representaba la voluntad de la nación.
El tercer impacto de los Estados Generales fue de gran tumulto político, particularmente por la determinación del sistema de votación. El Parlamento de París propuso que se mantuviera el sistema de votación que se había usado en
1614, si bien los magistrados no estaban muy seguros acerca de cuál había sido en realidad tal sistema. Sí se sabía, en cambio, que en dicha asamblea habían estado representados (con el mismo número de miembros) la nobleza (Primer Estado), el clero (Segundo Estado) y la burguesía (Tercer Estado). Inmediatamente, un grupo de liberales parisinos denominado «Comité de los Treinta», compuesto principalmente por gente de la nobleza, comenzó a protestar y agitar, reclamando que se duplicara el número de asambleístas con derecho a voto del Tercer Estado (es decir, los «Comunes»). El gobierno aceptó esta propuesta, pero dejó a la Asamblea la labor de determinar el derecho de voto. Este cabo suelto creó gran tumulto.
El rey y una parte de la nobleza no aceptaron la situación. Los miembros del Tercer Estamento se autoproclamaron Asamblea Nacional, y se comprometieron a escribir una Constitución. Sectores de la aristocracia confiaban en que estos Estados Generales pudieran servir para recuperar parte del poder perdido, pero el contexto social ya no era el mismo que en
1614. Ahora existía una élite burguesa que tenía una serie de reivindicaciones e intereses que chocarían frontalmente con los de la nobleza (y también con los del pueblo, cosa que se demostraría en los años siguiente.

La primera medida de la Asamblea fue votar la «Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano». Si bien invitaron a los miembros del Primer y Segundo Estado a participar en esta asamblea, dejaron en claro sus intenciones de proceder incluso sin esta participación.
La
monarquía, opuesta a la Asamblea, cerró las salas donde ésta se estaba reuniendo. Los asambleístas se mudaron a un edificio cercano, donde la aristocracia acostumbraba a jugar el juego de la pelota, conocido como Jeu de paume. Allí es donde procedieron con lo que se conoce como el «Juramento del Juego de la pelota» el 20 de junio de 1789, prometiendo no separarse hasta tanto dieran a Francia una nueva constitución. La mayoría de los representantes del clero se unieron a la Asamblea, al igual que 47 miembros de la nobleza. Ya el 27 de junio, los representantes de la monarquía se dieron por vencidos. También por esa fecha grandes contingentes de tropas militares comenzaron a llegar a París y Versalles. Los mensajes de apoyo a la Asamblea llovieron desde París y otras ciudades. El 9 de julio la Asamblea se nombró a sí misma «Asamblea Nacional Constituyente».

El
11 de julio de 1789, el rey Luis XVI, actuando bajo la influencia de los nobles conservadores al igual que la de su hermano, el Conde D'Artois, despidió al ministro Necker y ordenó la reconstrucción del Ministerio de Finanzas. Gran parte del pueblo de París interpretó esta medida como un auto-golpe de la realeza, y se lanzó a la calle en abierta rebelión. Algunos de los militares se mantuvieron neutrales, pero otros se unieron al pueblo por el miedo a lo que les podría suceder.
El
14 de julio el pueblo de París respaldó en las calles a sus representantes y, ante el temor de que las tropas reales los detuvieran, asaltaron la fortaleza de la Bastilla, símbolo del absolutismo monárquico pero también punto estratégico del plan de represión de Luis XVI, pues sus cañones apuntaban a los barrios obreros. Tras cuatro horas de combate, los insurgentes tomaron la prisión, matando a su gobernador, el Marqués Bernard de Launay. Si bien sólo cuatro presos fueron liberados, la Bastilla se convirtió en un potente símbolo de todo lo que resultaba despreciable en el antiguo régimen. Retornando al Ayuntamiento, la multitud acusó al Alcalde Jacques de Flesselles de traición, quien recibió un balazo que lo mató. Su cabeza fue cortada y paseada por la ciudad clavada en una pica, naciendo desde entonces la costumbre de pasear en una pica las cabezas de los decapitados, lo que se volvió muy común durante la Revolución.
La Revolución se fue extendiendo por ciudades y pueblos, creándose nuevos
ayuntamientos que no reconocían otra autoridad que la Asamblea Nacional Constituyente. Los campesinos dejaron de pagar impuestos y destruyeron castillos y todo lo que simbolizara al feudalismo. La Asamblea Nacional, actuando detrás de los nuevos acontecimientos, suprimió por ley las servidumbres personales (abolición del feudalismo), los diezmos, y las justicias señoriales, que ya habían sido suprimidos de hecho por el campesinado, instaurando la igualdad ante el impuesto, ante penas y en el acceso a cargos públicos. El rey, junto con sus seguidores militares, retrocedió al menos por el momento. Lafayette tomó el mando de la Guardia Nacional de París y Jean-Sylvain Bailly, presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, fue nombrado nuevo alcalde de París. El rey visitó París el 27 de julio y aceptó la bandera tricolor.
Sin embargo, después de esta
violencia, los nobles, no muy seguros del rumbo que tomaría la reconciliación temporal entre el rey y el pueblo, comenzaron a salir del país, algunos con la intención de fomentar una guerra civil en Francia y de llevar a las naciones europeas a respaldar al rey. Éstos fueron conocidos como los émigrés («emigrados»).
La insurrección y el espíritu de poder popular siguieron extendiéndose por toda Francia. En las áreas rurales se llevaron a cabo actos de quema de títulos sobre tierras, y varios castillos y palacios fueron atacados. Esta insurrección agraria se conoce como La Grande Peur («el Gran Miedo»).
El 4 de agosto de 1789, en la llamada «Noche de la locura», la Asamblea Nacional Constituyente abolió el
feudalismo, eliminando las prebendas que recibía el clero y los derechos señoriales de la nobles (como, por ejemplo, el privilegio de no pagar impuestos que tenían). En cuestión de horas, los nobles y el clero perdieron sus privilegios. El curso de los acontecimientos estaba ya marcado, si bien llevó cuatro años la implantación del nuevo modelo.

Más tarde se promulgó legislación que convertía al clero en empleados del Estado. Éstos fueron unos años de dura represión para el clero, siendo comunes la prisión y masacre de sacerdotes en toda Francia. El Concordato de 1801 entre la Asamblea y la Iglesia finalizó este proceso y establecieron normas de convivencia que se mantuvieron vigentes hasta el 11 de diciembre de 1905 cuando la Tercera República sentenció la separación definitiva entre la Iglesia y el Estado. El viejo calendario gregoriano, propio de la religión católica fue anulado por Billaud-Varenne, en favor de un calendario republicano y una nueva era que establecía como primer día el 22 de septiembre de 1792.

Pronto comenzaron a aparecer facciones dentro de la Asamblea. El aristócrata Jacques Cazales y el abad Jean-Sifrein Maury encabezaron un grupo derechista opuesto a la Revolución. Otros, como Jean Mounier, el Conde de Lally-Tollendal, el Conde de Clermont-Tonnerre y el Conde de Vyrieu, formaron un grupo denominado «Demócratas Realistas», que abogaba por el establecimiento de un régimen parecido al británico. Por otra parte, Mirabeau, Lafayette y Bailly representaban el ala centro-izquierdista de la asamblea. No faltaban los radicales izquierdistas entre los que destacaba el abogado Maximilien Robespierre (ver más abajo).
El
27 de agosto de 1789 la Asamblea publicó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano inspirándose en gran parte en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos y estableciendo el principio de libertad, igualdad y fraternidad. Dicha declaración establecía una serie de principios más que una constitución con efectos legales.

La asamble Nacional Constirutente
no era sólo un órgano legislativo sino la encargada de redactar una nueva Constitución. Algunos, como Necker, favorecían la creación de una asamblea bicameral en donde el senado sería escogido por la Corona entre los miembros propuestos por el pueblo. Los nobles, por su parte, favorecían un senado compuesto por miembros de la nobleza elegidos por los propios nobles. Prevaleció, sin embargo, la tesis liberal de que la Asamblea tendría una sola cámara, quedando el rey sólo con el poder de veto, pudiendo posponer la ejecución de una ley, pero no su total eliminación.
El movimiento de los monárquicos para bloquear este sistema fue desmontado por el pueblo de
París, compuesto fundamentalmente por mujeres (llamadas despectivamente «Las Furias»), que marcharon el 5 de octubre de 1789 sobre Versalles. Tras varios incidentes, el rey y su familia se vieron obligados a abandonar Versalles y se trasladaron a Las Tullerías en París.

Los electores habían escogido a los miembros de los Estados Generales por un periodo de un año, pero de acuerdo al Juramento del Jeu de paume, los miembros del Tercer Estado, también llamados los «comunes», acordaron no abandonar la Asamblea en tanto no se hubiera elaborado una Constitución.
Durante
1790 se intensificó la lucha política e incluso se produjeron movimientos anti-revolucionarios, pero sin éxito. En este periodo se comenzaron a formar «clubes» políticos entre los que destacaban los Jacobinos. En agosto de 1790 existían 152 clubes jacobinos.
Mientras tanto, la Asamblea trabajaba para establecer una nueva Constitución. Una nueva organización judicial dio características temporales a todos los magistrados y total independencia de la Corona. Al
rey sólo le quedó el poder ejecutivo. La asamblea, por su parte, eliminó todas las barreras comerciales y suprimió las organizaciones empresariales y obreras; en adelante, los individuos que quisieran desarrollar prácticas comerciales necesitarían una licencia, y se abolió el derecho a la huelga.
A principios de
1791, la Asamblea consideró introducir una legislación contra los franceses que emigraron durante la Revolución (émigrés). Se pretendía coartar la libertad de salir del país. Mirabeau se opuso rotundamente a esto. Sin embargo, el 2 de marzo de 1791 Mirabeau fallece, y la Asamblea adopta esta draconiana medida.
El
20 de junio de 1791, Luis XVI, opuesto al curso que iba tomando la Revolución, huyó junto con su familia de las Tullerías. Sin embargo, al día siguiente cometió la imprudencia de dejarse ver, fue arrestado en Varennes por un oficial del pueblo y devuelto a París escoltado por la guardia. A su regreso a París el pueblo se mantuvo en silencio, y tanto él como su esposa, Maria Antonieta, sus dos hijos (María Teresa y Luis-Carlos, futuro Luis XVII) y su hermana (Madame Isabel) permanecieron bajo custodia.

Aún cuando existía una fuerte corriente política que favorecía la
monarquía constitucional, al final venció la tesis de mantener al rey como una figura decorativa. Jacques Pierre Brissot introdujo una petición insistiendo en que, a los ojos del pueblo, Luis XVI había sido depuesto por el hecho de su huida. Una inmensa multitud se congregó en el Campo de Marte para firmar dicha petición. Georges Danton y Camille Desmoulins pronunciaron discursos exaltados. La Asamblea pidió a las autoridades municipales guardar el orden. Bajo el mando de La Fayette, la Guardia Nacional se enfrentó a la multitud. Al principio, tras recibir una oleada de piedras, los soldados respondieron disparando al aire; dado que la multitud no cedía, Lafayette ordenó disparar a los manifestantes, ocasionando más de 50 muertos.
Tras esta masacre, las autoridades cerraron varios clubes políticos, así como varios periódicos radicales como el que editaba
Jean-Paul Marat. Danton se fugó a Inglaterra y Desmoulins y Marat permanecieron escondidos.
Mientras tanto, la Asamblea había redactado la Constitución y el rey había sido restituido, aceptándola. El rey pronunció un discurso ante la Asamblea, que fue acogido con un fuerte aplauso. La Asamblea Constituyente cesó en sus funciones el
29 de septiembre de 1791.

Bajo la Constitución de 1791, Francia funcionaría como una monarquía constitucional. El rey tenía que compartir su poder con la Asamblea, pero todavía mantenía el poder de veto y la potestad de elegir a sus ministros.
La
Asamblea Legislativa se reunió por primera vez el 1 de octubre de 1791, degenerando en un caos un año después. La componían 264 diputados situados a la derecha: feuillants (dirigidos por Barnave, Duport y Lameth), y girondinos, portavoces republicanos de la gran burguesía. En el centro figuraban 345 diputados independientes, carentes de programa político definido. A la izquierda 136 diputados inscritos en el club de los jacobinos o en el de los cordeliers, que representaban al pueblo llano parisino a través de sus periódicos L´Ami du Peuple y Le Père Duchesne, y con Marat y Hebert como portavoces. Pese a su importancia social y el apoyo popular y de la pequeña burguesía, en la Asamblea era escasa la influencia de la izquierda, pues la Asamblea estaba dominada por las ideas políticas que representaban los girondinos. Mientras los jacobinos tienen detrás a la gran masa de la pequeña burguesía, los cordeliers cuentan con el apoyo del pueblo llano, a través de las secciones parisienses.
Este gran número de diputados dio lugar a los clubes, germen de los partidos políticos. El más célebre de entre éstos fue el partido de los
jacobinos, dominado por Robespierre. A la izquierda de este partido se encontraban los cordeleros, quienes defendían el sufragio universal masculino (derecho de todos los hombres al voto a partir de una determinada edad). Los cordeliers querían la eliminación de la monarquía e instauración de la república. Estaban dirigidos por Jean-Paul Marat y Georges Danton, representando siempre al pueblo más humilde. El grupo de ideas más moderadas era el de los girondinos, que defendían el sufragio censitario y propugnaban una monarquía constitucional. También se encontraban aquellos que formaban parte de «el Pantano», o «el Llano», como eran llamados aquellos que no tenían un voto propio, y que se iban por las proposiciones que más les convenían, así ya vinieran de los jacobinos, ya de los girondinos.
En los primeros meses de funcionamiento de la Asamblea, el rey había vetado una ley que amenazaba con la condena a muerte a los émigrés, y otra que exigía al clero prestar juramento de lealtad al estado. Desacuerdos de este tipo fueron los que llevaron más adelante a la crisis constitucional.
Mientras tanto, dos potencias absolutistas europeas,
Austria y Prusia, se dispusieron a invadir la Francia revolucionaria, lo que hizo que el pueblo francés se convirtiera en un ejército nacional, dispuesto a defender y a difundir el nuevo orden revolucionario por toda Europa. Durante la guerra, la libertad de expresión permitió que el pueblo manifestase su hostilidad hacia la reina María Antonieta (llamada «la Austriaca» por ser hija de un emperador de aquel país y «Madame Déficit» por el gasto que representaba al Estado, que no era mayor que la mayoría de los cortesanos) y contra Luis XVI, que casi siempre se negaba a firmar leyes propuestas por la Asamblea Legislativa.
El
10 de agosto de 1792, las masas asaltaron el Palacio de las Tullerías, y la Asamblea Legislativa volvió a suspender las funciones constitucionales del rey. La Asamblea acabó convocando elecciones con el objetivo de configurar (por sufragio universal) un nuevo parlamento que recibiría el nombre de Convención. Aumentaba la tensión política y social en Francia, así como la amenaza militar de las potencias europeas. El conflicto se planteaba así entre una monarquía constitucional francesa en camino de convertirse en una democracia republicana, y las monarquías europeas absolutas. El nuevo parlamento elegido ese año abolió la monarquía y proclamó la República. Creó también un nuevo calendario, según el cual el año 1792 se convertiría en el año 1 de la nueva era.
El gobierno pasó a depender de la Comuna insurreccional. Cuando la Comuna envió grupos de sicarios a las prisiones, asesinaron a 1.400 víctimas, y pidió a otras ciudades de Francia que hicieran lo mismo, la Asamblea no opuso resistencia. Esta situación persistió hasta el
20 de septiembre de 1792, en que se creó un nuevo cuerpo legislativo denominado Convención, y que de hecho se convirtió en el nuevo gobierno de Francia.

El poder legislativo de la nueva República estuvo a cargo de la
Convención, mientras que el poder ejecutivo recayó sobre el Comité de Salvación Nacional.
En el
Manifiesto de Brunswick, los Ejércitos Imperiales y de Prusia amenazaron con invadir Francia si la población se resistía al restablecimiento de la monarquía. Esto ocasionó que Luis XVI fuera visto como conspirador con los enemigos de Francia. El 17 de enero de 1793, la Convención condenó al rey a muerte por una pequeña mayoría, acusándolo de «conspiración contra la libertad pública y la seguridad general del Estado». El 21 de enero el rey fue ejecutado, lo cual encendió nuevamente la mecha de la guerra con otros países europeos. La reina Maria Antonieta, nacida en Austria y hermana del Emperador, fue ejecutada el 16 de octubre del mismo año, iniciándose así una revolución en Austria para sustituir a la reina. Esto provocó la ruptura de toda relación entre ambos países.
El mismo día en el que se reunía la Convención (20 de septiembre de 1792), todas las tropas francesas (formadas por tenderos, artesanos y campesinos de toda Francia) derrotaron por primera vez a un ejército prusiano en Valmy, lo cual señalaba el inicio de las llamadas Guerras Revolucionarias Francesas. Sin embargo, la situación económica seguía empeorando, lo cual dio origen a revueltas de las clases más pobres. Los llamados sans-culottes expresaban su descontento por el hecho de que la Revolución francesa no sólo no estaba satisfaciendo los intereses de las clases bajas sino que incluso algunas medidas liberales causaban un enorme perjuicio a éstas (libertad de precios, libertad de contratación, Ley de Chapelier, etc.). Al mismo tiempo se comenzaron a gestar luchas antirrevolucionarias en diversas regiones de Francia. En la Vandee, un levantamiento popular fue especialmente significativo: campesinos y aldeanos se alzaron por el rey y las tradiciones católicas, provocando la llamada Guerra de Vandee, reprimida tan cruentamente por las autoridades revolucionarias parisinas que se ha llegado a calificar de genocidio. Por otra parte, la guerra exterior amenazaba con destruir la Revolución y la República. Todo ello motivó la trama de un golpe de estado por parte de los jacobinos, quienes buscaron el favor popular en contra de los girondinos. La alianza de los jacobinos con los sans-culottes se convirtió de hecho en el centro del gobierno.
Los jacobinos llevarían en su política algunas de las reivindicaciones de los sans-culottes y las clases bajas, pero no todas sus reivindicaciones serían aceptadas, y jamás se cuestionó la
propiedad privada. Los jacobinos no pusieron nunca en duda el orden liberal, pero sí llevaron a cabo una democratización del mismo, pese a la represión que desataron contra los opositores políticos (tanto conservadores como radicales).

Se redactó en
1793 una nueva Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, y una nueva constitución de tipo democrático que reconocía el sufragio universal. El Comité de Salvacion Pública cayó bajo el mando de Maximilien Robespierre y los jacobinos desataron lo que se denominó el Reinado del Terror (17931794). No menos de 10.000 personas fueron guillotinadas ante acusaciones de actividades contrarrevolucionarias. La menor sospecha de dichas actividades podía hacer recaer sobre una persona acusaciones que eventualmente la llevarían a la guillotina. El cálculo total de víctimas varía, pero se cree que pudieron ser hasta 40.000 los que fueron víctimas del Terror.
En
1794, Robespierre procedió a ejecutar a ultra-radicales y a jacobinos moderados. Su popularidad, sin embargo, comenzó a erosionarse. El 27 de julio de 1794, ocurrió otra revuelta popular contra Robespierre, apoyada por los moderados que veían peligroso el trayecto de la Revolución, cada vez más exaltada. El pueblo, por otro lado, se rebela contra la condición burguesa de Robespierre que revolucionario antes, ahora persigue a Verlet, Leclerc y Roux. Los miembros de la Convención lograron convencer al «Pantano», y derrocar y ejecutar a Robespierre junto con otros líderes del Comité de Salvación Pública. La Convención aprobó una nueva Constitución el 17 de agosto de 1795, ratificada el 26 de septiembre en un plebiscito.
La nueva legislación confería el poder ejecutivo a un
Directorio, formado por cinco miembros llamados directores. El poder legislativo sería ejercido por una asamblea bicameral, compuesta por el Consejo de Ancianos (250 miembros) y el Consejo de los Quinientos.
La nueva Constitución encontró la oposición de grupos monárquicos y jacobinos. Hubo diferentes revueltas que fueron reprimidas por el ejército, todo lo cual motivó que el general Napoleón Bonaparte, retornado de su campaña en Egipto, diera el 9 de noviembre de 1799 un golpe de estado (18 de Brumario) instalando el Consulado.

El Consulado daba a Napoleón de forma efectiva poderes dictatoriales, cerrando con esto el capítulo histórico de la Revolución francesa.
El cargo de cónsules lo ostentaron
Napoleón Bonaparte, Sieyès y Ducos hasta el 12 de diciembre de 1799. Posteriormente, Sieyés y Ducos fueron reemplazados por Jean Jacques Régis de Cambacérès y Charles-François Lebrun, quienes siguieron en el cargo hasta 1804, cuando Napoleón fue coronado Emperador de los Franceses.

El Primer Imperio Francés, conocido comúnmente como el Imperio Napoleónico, cubre el periodo de la poderosa irradiación y dominación de Francia sobre la Europa Continental, bajo el gobierno de
Napoleón I, Emperador de los franceses y Rey de Italia. Oficialmente, el término se refiere al periodo comprendido entre el fin del Consulado hasta la Restauración de la monarquía borbónica, aunque posteriormente vivió un epílogo entre el periodo de los Cien Días (1 de marzo de 1815) y la abdicación final de Napoleón, el 22 de junio de 1815. Es este un periodo de la historia de Francia caracterizado por las feroces campañas bélicas que le fueron impuestas a sangre y fuego, promovidas y financiadas todas por Inglaterra, y ejecutadas por sus aliados continentales a lo largo de siete coaliciones internacionales. Estos conflictos son conocidos como Guerras Napoleónicas, pero ésta expresión engañosa e incorrecta históricamente ha sido fuertemente rebatida en años recientes, y en la actualidad comienza a difuminarse en provecho del término más apropiado de «Guerras de Coalición».
El nuevo gobierno instaurado, a pesar de ser una monarquía, mejoraba las condiciones de vida del tercer estamento, otorgándoles derechos y obligaciones morales y cívicas iguales a los otros dos estamentos (el clero y los nobles); por lo que Napoleón recibió un gran apoyo popular
Consecuencias de la Revolución Francesa:
1-Se destruyó el sistema feudal;
2-Se dió un fuerte golpe a la monarquía absoluta;
3-Surgió la creación de una república de corte liberal;
4-Se difundió la declaración de los Derechos del hombre y los Ciudadanos;
5-Separación de la Iglesia y del Estado en 1794, antecedente para separar la religión de la política en otras partes del mundo;
6-La burguesía amplió cada vez más su influencia en Europa;
7-Se difundieron ideas democráticas;
8-Los derechos y privilegios de los señores feudales fueron anulados;
9-Comenzaron a surgir ideas de independencia en las colonias iberoamericanas.

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CUESTIONARIO FINAL:

  • 1) ¿En qué año se produjo la Revolucion Francesa?
  • 2)¿En cuántos estamentos se dividía la sociedad francesa antes de la revolución?
  • 3)¿Qué porcentaje aproximado de población tenía cada estamento?
  • 4)¿Cuál fue la causa de que estallase la revolución?
  • 5) ¿Cuántas personas fueron guillotinadas?
  • 6)¿Qué es el sufragio censitario?
  • 7)¿A qué se llama "la toma de la bastilla"?
  • 8) ¿Quiénes eran los jacobinos?
  • 9)¿Quiénes eran los girondinos?
  • 10) ¿Quiénes eran los sans-culottes?

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