jueves, 28 de enero de 2010

RESTAURACIÓN Y REVOLUCIONES LIBERALES


1. La ideología de la Restauración.

La Restauración del Antiguo Régimen es justificada por una serie de intelectuales que, basándose en ideas del pasado, dan cuerpo a una ideología política de corte conservador. Evidentemente si la Revolución se basó en las ideas de los ilustrados del XVIII que ponían a la razón por encima de todo, los restauradores de la monarquía tradicional abominaban del racionalismo y recuperan las ideas tradicionales que justificaban el poder del rey como otorgado por Dios, es decir, con la idea de monarquía de derecho divino.
Si los pilares del Antiguo Régimen habían sido la monarquía absoluta y el apoyo ideológico de la Iglesia, había que volver a eso. A la Iglesia se le entregan, en la medida de lo posible, las tierras que le habían sido arrebatadas por los revolucionarios y gran parte de sus atribuciones. En el campo de la política algunos ideólogos como Von Haller llegan a decir que el rey es el soberano y dueño de la nación y que, por tanto, puede hacer lo que le plazca con ella, el rey, evidentemente, no tiene que rendir cuentas a nadie. Lejos quedaba la soberanía nacional de la revolución y la monarquía parlamentaria, consideradas ambas por los restauradores como formas políticas
heréticas.

2. la Restauración en Europa (1814-1830).

Para algunos historiadores con la ideología restaurada lo que se pretendía era apuntalar con viejos materiales el viejo edificio del Antiguo Régimen y eso no podía durar mucho.
  • El sistema político de la Restauración: el Congreso de Viena y la Santa Alianza. Con estas ideas que acabamos de citar se reunieron los vencedores de Napoleón en Viena para reorganizar el mapa de Europa, restaurar el absolutismo y asegurarse de que si surgía una nueva revolución sería aplastada por la fuerza de la Santa Alianza.

El Congreso de Viena y el nuevo mapa de Europa: Las dos ideas básicas que van a tener en cuenta los vencedores de Napoleón en su reunión en Viena van a ser la restauración en su trono de los legítimos gobernantes, destituidos por la revolución o por Napoleón; y la idea de equilibrio entre las potencias europeas, idea esta última muy querida por Inglaterra. Una corriente política emergente en Europa y nacida de la revolución es el nacionalismo, no se tendrá en cuenta y así no se atenderán las aspiraciones nacionales de los pueblos, esto a la larga acabará con la Restauración.
Junto a estas ideas también hay que tener en cuenta que cada una de las potencias integrantes del Congreso tiene ambiciones expansionistas, y algunas chocarán entre sí.

Veamos cómo es el nuevo mapa de Europa:

  1. Rusia es la gran vencedora de Napoleón, se anexiona casi toda Polonia, Finlandia y las riberas del Mar Negro (Besarabia).
  2. Prusia recibe territorios importantes y siguiendo la idea de equilibrio seconvertirá en el contrapeso de Francia en el Oeste al recibir Renania o zona ribereña del Rin; y de Rusia en el Este. Otros territorios la convertirán en una potencia fuerte y en el germen de la futura Alemania unida.
  3. Austria recibe territorios en el norte de Italia (Lombardía, Venecia, Istria) y la costa de Dalmacia (actual Croacia).
  4. Inglaterra en el continente recibe Hannover en Alemania y algunas islas (Malta, islas Jónicas...) que consolidan su poder marítimo.
  5. Francia vuelve a las fronteras de 1792, está rodeada de una serie de estados tapón: Saboya-Piamonte, Países Bajos y la Prusia del Rin (Renania).
  6. Holanda, independiente desde 1648, recibe nuevos territorios como Bélgica y Luxemburgo, pasa a llamarse Países Bajos pero esta unión es artificial y saltará por los aires en 1830 con la independencia de Bélgica.
  7. Dinamarca perderá Noruega que pasa a Suecia y a Dinamarca se le entrega Holstein y Lauenburgo. Por último Cracovia se queda como una república libre.
  8. El territorio germánico es un conglomerado de ciudades libres y estados, entre estos destacan dos potencias con ambiciones sobre el resto: Austria y Prusia.

En similares circunstancias de fragmentación se encuentra Italia, las principales unidades políticas son: Austria en el norte que domina Lombardía y Venecia; el reino de Cerdeña y Piamonte que se incorpora Génova y recupera Niza y Saboya; los Estados Pontificios; Nápoles, en cuyo trono han sido repuestos los Borbones...

El nuevo orden internacional: la Santa Alianza.


Aunque muy relacionado con el Congreso de Viena no hay que confundirlo con él. La Santa Alianza fue una creación personal del místico y religioso zar Alejandro I, preveía una unión de monarcas cristianos para salvaguardar el absolutismo y las fronteras internacionales salidas del Congreso, el planteamiento vago del zar tomará cuerpo con las ideas del canciller austríaco Metternich, según esta alianza es legal la intervención militar en cualquier estado donde peligre el absolutismo. Las actuales investigaciones sobre lo que fue realmente la Santa Alianza tienden a rebajar su papel y subrayan que son una serie de normas y tratados pero no totalmente definidos ni cerrados, frente a una visión más antigua que veía en la Santa Alianza una unión fuerte y muy estructurada.
Inglaterra prefiere mantenerse fuera de esta asociación, lógicamente no es una monarquía absolutista, pero impulsa la creación de la Cuádruple Alianza, una unión militar entre Austria, Prusia, Rusia e Inglaterra para vigilar a Francia; la habilidad de Tayllerand, ministro de asuntos exteriores de Luis XVIII hará que Francia sea admitida y se transforme, por tanto en Quíntuple Alianza.
Para seguir los contactos entre los países y vigilar la situación política europea, los países europeos absolutistas se reunieron en varios congresos posteriores, por eso algunos a esta etapa la denominan la Europa de los Congresos.
En la práctica tanto la Santa Alianza como la Quíntuple Alianza son el brazo armado del Antiguo Régimen y, como lo ha denominado algún historiador, sirven de apagafuegos revolucionarios. Intervendrá, por ejemplo, en España en 1823 para devolver el trono absoluto a Fernando VII tras la revolución de 1820.
La Santa Alianza va a perder empuje a partir de 1823 cuando Fernando VII pida su intervención también en América para sofocar la rebelión de las colonias españolas, Estados Unidos se opone (doctrina Monroe) y dice que se opondría por la fuerza a cualquier intervención europea en América; Inglaterra considera positiva y buena para sus intereses la independencia de las colonias españolas... así poco a poco se va difuminando el espíritu de la Santa Alianza, el golpe de gracia definitivo se lo darán las revoluciones de 1820 y 1830.

La evolución del absolutismo en Europa.


Prácticamente casi en toda Europa se ha restaurado el Antiguo Régimen, pero sólo momentáneamente en algunos países.
En Francia Luis XVIII es nombrado rey, para acallar a una cierta oposición interna concede en 1814 una Carta Otorgada, es una especie de Constitución que no nace del pueblo sino que el rey la otorga porque quiere, lógicamente el poder real es fuerte y el Parlamento no tendrá casi peso. Antes de su muerte en 1824 en el país se vive un clima casi de guerra civil entre los ultrarrealistas (partidarios del poder absoluto del rey) dirigidos por el futuro Carlos X, y los independientes, partido donde se integran republicanos, bonapartistas... Al subir al poder Carlos X pone en marcha un régimen ultraconservador que se apoya en un gobierno autoritario (censura, disolución de las Cámaras...); esto provoca una insurrección general en 1830 que acaba con su poder y con el Antiguo Régimen en Francia de una manera definitiva.
Rusia es gobernada de una manera brutal y cruel por Alejandro I, tras su muerte en 1825 le sucede su hermano Nicolás I. En esta situación de cambio aparecen muchos movimientos secretos que piden para Rusia un régimen constitucional y motivan el levantamiento dekabrista o decembrista en diciembre de 1825, serán duramente reprimidos. Nicolás I se muestra más cruel y represor todavía, se apoya en un fuerte cuerpo de policía. Luchará contra el nacionalismo polaco y ucraniano realizando una política de rusificación. El absolutismo se mantendrá en el país hasta principios del siglo XX.
En el Imperio austro-húngaro el emperador Francisco I deja el gobierno en manos de Metternich que no duda en recurrir a la fuerza y a un fuerte centralismo para aplastar el nacionalismo de la gran cantidad de minorías que hay en su artificial estado y que aspiran a un régimen liberal y a la independencia, estos movimientos aflorarán más adelante y será necesario conceder una cierta autonomía a los territorios.
Prusia está gobernada por Federico Guillermo III y se encuentra dividida en dos zonas, Prusia propiamente dicha al Este y la Renania prusiana en la zona del Rin. El rey aprueba al principio una carta otorgada en 1814 pero luego se arrepentirá y gobernará de una manera más autoritaria. El objetivo de Prusia es lograr bajo su mano la unificación de Alemania.
La Europa postnapoleónica vuelve a estar dominada por el Antiguo Régimen. En la superficie parece como si la revolución estuviera superada, pero la realidad es otra, la oposición al Antiguo Régimen es creciente en todos los aspectos que no tardarán en aflorar.


La oposición al Antiguo Régimen.


Frente al Antiguo Régimen van a aparecer una serie de ideologías que cuestionan sus principios, son doctrinas que rechazan la visión que los restauradores del viejo orden tienen de las cosas: romanticismo, liberalismo y nacionalismo. Estas ideologías se plasmarán en corrientes políticas como el liberalismo y el nacionalismo.


Las nuevas corrientes de pensamiento.


Destacamos en primer lugar el Romanticismo. Es un movimiento cultural que aparece en Alemania y que desde finales del XVIII cuestiona el racionalismo de la Ilustración, estos pensadores exaltan los sentimientos frente a la razón. Destacó el movimiento alemán Stürn und Drang que significa Empuje y Tempestad. Del terreno filosófico y literario pasaron al político y a la cabeza de su ideario colocaron como biensupremo a la libertad, imprescindible para el desarrollo tanto del individuo como del colectivo (pueblo), ideas que no casan con el autoritarismo absolutista de la Restauración.
Otro movimiento ya lo conocemos, es el liberalismo político, es decir, el que se basa en las ideas de la Ilustración y que aupó a la burguesía francesa al poder, aunque haya caído Napoleón no se han olvidado ideas como división de poderes, constitución, monarquía parlamentaria... y en toda Europa surgen movimientos para luchar contra el absolutismo.
El nacionalismo es la otra corriente importante, se basa en la exaltación de la lengua, la religión o la etnia de un pueblo para reclamar la libertad o independencia del colectivo perteneciente a ese pueblo, el Antiguo Régimen es internacionalista, no exalta ni subraya las peculiaridades nacionales, pero el mapa de Europa es un conglomerado de nacionalidades sometidas a otros países o repartidas entre varios que aspirarán a lograr su unidad o independencia, esto, unido a las ideologías anteriores, desembocará en los movimientos revolucionarios que acabarán definitivamente con el absolutismo y el Antiguo Régimen en muchos países de Europa. Las tres ideologías tienen conexiones importantes entre sí, y muchos puntos comunes, pero no son lo mismo.
Junto a estas ideas son importantes también las de los movimientos obreros que se están consolidando, evidentemente rechazan la división estamental y discriminatoria de la sociedad del Antiguo Régimen, pero de la misma manera rechazan también las alternativas anteriores propuestas por la burguesía.

La oposición liberal y nacionalista: las revoluciones de 1820.


Las ideologías anteriormente citadas van a cuajar a principios de los años veinte y en Europa va a estallar una nueva oleada revolucionaria que lleva como bandera las ideas de la Revolución Francesa de 1789 (liberalismo político burgués) y las ideas nacionalistas; todas estas revoluciones cuestionan el viejo orden y minan la estabilidad del Antiguo Régimen.
Revoluciones donde predomina el componente liberal: En España se produjo en 1820 el pronunciamiento de Riego, lo que obliga a Fernando VII a jurar la constitución de 1812 abriéndose así un paréntesis liberal de tres años hasta que las tropas de la Santa Alianza reponen a Fernando VII como rey absoluto. En Portugal, a imitación de lo que sucede en España, los militares protagonizan un pronunciamiento en 1820 en Oporto y el rey no tiene más remedio que establecer un régimen liberal. Fenómenos parecidos se producen en Nápoles, Piamonte...
La reacción de las potencias absolutistas es la de intervenir en estos casos y retornar al absolutismo por la fuerza, así fueron abortados muchos de estos intentos liberales: España, Italia...
Revoluciones donde predomina el componente nacionalista: En la Europa Oriental de los grandes imperios (Imperio Ruso, Austro-húngaro y Turco), el componente nacionalista tiene más peso. El Imperio de Austria-Hungría es un mosaico de etnias, lenguas, religiones y culturas distintas, y todas aspiran a lograr más autonomía o su independencia, así, por ejemplo, Hungría pide más libertad al gobierno de Viena, pero dentro de Hungría, rumanos y búlgaros piden lo mismo de Hungría; todas estas tensiones y las rivalidades entre los grandes imperios serán una de las causas del estallido de la I Guerra Mundial.
De todos estos países de la Europa Oriental será sólo Grecia el que consiga su independencia del Imperio Turco; tras duras derrotas (Navarino, Missolonghi) los griegos, con el apoyo entusiasta de un gran número de europeos occidentales, vencen de manera definitiva a los turcos en Adrianópolis (1829) y Grecia consigue así su independencia definitiva en 1830.

La Revolución de 1830 en Francia.

1. Las causas.

  • Causas económicas.
    Se puede decir que la crisis económica fue el chispazo que hizo estallar esta nueva oleada revolucionaria. La crisis se inicia en 1825 en Inglaterra y pasará más tarde a la Europa continental. En general se reduce el comercio y la producción industrial, en Francia esto se ve correspondido por una serie de huelgas protagonizadas por los obreros que son los que, en última instancia, soportan la crisis.
    Cuando la crisis económica se estaba superando estalló en 1828 otra crisis más profunda ya que afecta no solo a la industria sino también a la producción agraria que se manifiesta principalmente en una mala cosecha de cereales y patatas. Las consecuencias son la carestía y el incremento del precio de los productos de primera necesidad, así como una disminución del poder adquisitivo y la acumulación de stocks de productos que no se pueden vender. Como solución a la crisis se piden medidas contradictorias, los industriales piden proteccionismo al gobierno frente a la competencia exterior, pero los comerciantes lo critican porque eso limita el volumen de intercambios.
    Las clases desfavorecidas son, lógicamente, las más afectadas, un gran número de campesinos y obreros se ven en el paro y aumenta rápidamente el número de mendigos y vagabundos, mientras que en las ciudades crece el número de robos, sobre todo de harina. Las protestas sociales sólo pueden ser contenidas por la fuerza.

Las causas políticas.
El régimen de Carlos X, antiguo líder del partido ultrarrealista (absolutista) en tiempos de Luis XVIII, es más duro que el de su antecesor. La Carta Otorgada de Luis XVIII, que en sí misma era un remedo de constitución y que contenía escasas concesiones liberales, intenta ser recortada por Carlos X para restaurar plenamente el La revolución de 1830.
absolutismo. El gobierno del rey se vuelve cada vez más autoritario y restringe parte de las libertades civiles. El punto culminante será cuando en el verano de 1830 se publiquen las ordenanzas de julio, por las cuales Carlos X disuelve la Cámara (una especie de parlamento con muy poca representación popular y con pocos poderes) y convoque nuevas elecciones mucho más restrictivas, del nuevo censo de electores queda excluida la alta burguesía comercial e industrial, el rey se apoya casi exclusivamente en la aristocracia; por si fuera poco la libertad de expresión queda restringida y la prensa controlada por el Gobierno.
2. El desarrollo de la Revolución.
El periódico Le National encabezó la protesta, en un manifiesto 44 periodistas se negaban a aceptar el control de la prensa y la disolución de la Cámara.
El 27 de julio se inician las tres gloriosas jornadas de lucha, no demasiado cruenta. En las barricadas se atrincheran estudiantes, obreros y algunos diputados, el ejército se niega a disparar contra la población civil.
El Antiguo Régimen es derribado y el rey parte hacia el exilio. La alta burguesía, temerosa de la orientación republicana de algunos de los protagonistas de la revuelta, se adelanta a los acontecimientos proponiendo como rey a Luis Felipe, duque Orleans, perteneciente a una rama secundaria de los Borbones aunque su padre, Felipe Igualdad, participó en la ejecución de Luis XVI, esto le da un cierto carisma popular.
Pero veamos los diferentes grupos sociales que han participado en la revuelta. En primer lugar habría que hablar de los diputados liberales, son ellos los que la han dirigido; Periodistas, tendrán un gran protagonismo ya que se erigen en portavoces del pueblo y serán los que redacten las primeras proclamas; estudiantes, es un grupo muy reducido, se destaca su acción en las barricadas; obreros es una fuerza que todavía no está madura, están impregnados de ideas democráticas y republicanas; y republicanos, que participan pero tienen poco peso, no tienen excesivo eco. Todos serán manipulados por la alta burguesía, que no es partidaria de radicalismos.
La monarquía de julio se convierte en el instrumento de la alta burguesía frente al resto de las fuerzas sociales. Se restaura en Francia la monarquía parlamentaria, Luis Felipe es rey por expreso deseo de la nación, y acepta plenamente todas las ideas del liberalismo político. En esa línea se produce la ampliación de la Carta Otorgada que desemboca en la Constitución de 1830, en ella se reconoce la libertad de prensa y se amplía el número de ciudadanos con derecho a voto. La alta burguesía controla el poder, ha colocado al rey en su puesto y el sufragio más ampliado pero censitario le proporciona el control del parlamento. Las ideas de obreros estudiantes y pequeña burguesía quedan al margen, encontrarán su oportunidad con la revolución de 1848.


II. La Revolución de 1830 en Bélgica.

1. La situación antes de la Revolución.

Ya veíamos que tras el Congreso de Viena se reestructuraba el mapa europeo, al norte de Francia se creaba un estado nuevo llamado Reino de los Países Bajos que englobaba a Holanda, Bélgica y Luxemburgo. Era un estado artificial y heterogéneo, belgas y holandeses tenían muy pocas cosas en común. Desde el punto de vista religioso los holandeses son protestantes y los belgas católicos; desde el punto de vista lingüístico en Holanda se habla el neerlandés y en Bélgica el neerlandés y el francés; en economía los holandeses son comerciantes librecambistas y los belgas basan su economía en la industria y la agricultura que necesitan protección frente a la competencia exterior; por si fuera poco los belgas están marginados de los órganos de poder, aunque tienen los mismos diputados en el Parlamento, el rey Guillermo I de Nassau prefiere a los holandeses para los principales cargos públicos. Hasta la enseñanza constituía un punto de fricción, los belgas, católicos, prefieren la enseñanza privada, así no les imponen la lengua ni la religión holandesas en las escuelas; los holandeses son partidarios de la enseñanza pública.
En este contexto es comprensible que los belgas se vincularan a posturas liberales y nacionalistas para reclamar más autonomía o claramente la independencia. Ante la creciente agitación nacionalista, Guillermo I respondió limitando la libertad de prensa, eso provoca todavía más enfrentamientos. Por si fuera poco la crisis económica de 1830 caldea todavía más el ambiente.

2. El desarrollo de la Revolución.

La chispa que desencadena el estallido revolucionario es una subversiva representación teatral el 25 de agosto de 1830, el tema de la obra es la sublevación de Masianello en 1647 en Nápoles contra el dominio español. Esto degenera en un estallido revolucionario y en la instalación de barricadas. Se forma un Gobierno Provisional y se proclama la independencia de Bélgica. Un mes más tarde todos los holandeses son expulsados, ha triunfado una insurrección con dos componentes esenciales: el liberalismo y el nacionalismo.
El resto de las potencias conservadoras y absolutistas (Austria, Prusia y Rusia) apoyan a Holanda pero no pueden mandar tropas pues se encuentran con problemas similares en sus respectivos estados (Polonia se subleva contra el Imperio Ruso y el norte de Italia contra el dominio austríaco). Francia, que se juega una zona de influencia en un país vecino, e Inglaterra, rival comercial de Holanda, ven con buenos ojos la revolución y le brindan todo su apoyo.
Bélgica independiente se convertirá en una monarquía parlamentaria con Leopoldo I de Sajonia como rey y su Constitución de 1831 se considera la expresión más acabada de liberalismo: soberanía popular, dos cámaras elegidas, libertad de cultos, clero pagado por el Estado pero separado del poder político, sistema judicial independiente, declaración de derechos... tendrá una gran influencia en otras constituciones de otros países. Holanda acabará reconociendo al nuevo estado en 1839.

III. Los fracasos revolucionarios.

La oleada revolucionaria se extendió a otras naciones europeas como Polonia, Italia y Alemania, todas ellas contemplan los dos ingredientes básicos: liberalismo y nacionalismo; pero tras unos inicios prometedores los revolucionarios fueron barridos por los gobiernos absolutistas.
1. Polonia.

Tras el Congreso de Viena el territorio polaco se reparte entre Austria, Prusia y Rusia (que tiene la parte más extensa) y Cracovia que es una república libre; debido a esta fragmentación es difícil un estallido conjunto en todo el territorio. En la zona rusa Alejandro I, el gran reaccionario del Congreso de Viena, nombra como virrey a su hermano Constantino que controla al ejército polaco y a todas las instituciones del país.
La oposición a los rusos está dividida, el Partido Blanco es partidario sólo de una cierta autonomía y el Partido Rojo de la independencia. Los acontecimientos en Francia animan a la sublevación, se proclama la independencia, los polacos cuentan con el apoyo francés, los rusos, desprevenidos se retiran. Pero la falta de apoyo real por parte de Francia y la reorganización de los rusos acaban con la revuelta y se inicia un régimen mucho más duro que tendrá como objetivo acabar con el nacionalismo polaco rusificando a la población con medidas como prohibir la lengua polaca, cerrar la universidad e imponer por la fuerza la religión ortodoxa rusa. Polonia no logrará su independencia hasta después de la I Guerra Mundial.

2. Italia.
En Italia la revolución tendrá un fuerte carácter nacionalista y será impulsado por una sociedad secreta, los carbonarios, todos sus esfuerzos se dirigen contra el poder del papa Gregorio XVI y contra la presencia austríaca en el norte de Italia. Al principio se consigue expulsar a los gobernantes de Parma y Módena, aliados de Austria, pero Austria los repone por la fuerza, de la misma forma la revolución es reprimida en los Estados Pontificios por el ejército austríaco, Austria es una potencia católica y el papa pide su ayuda. Aunque la revolución ha fracasado y el movimiento carbonario reprimido, permanecerá el sentimiento nacionalista y un nacionalismo con figuras como Manzoni y Leopardi, cuyas ideas serán el germen de la unificación italiana en 1870.


3. Alemania.
Alemania es un territorio fragmentado en muchos estados controlados por Austria y Prusia que ante el estallido revolucionario posponen sus rencillas. El movimiento empieza a finales de 1830 por el norte (Brunswick, Sajonia y Hannover) y más tarde se extenderá por el sur (Baviera). Al igual que en Italia la revuelta tiene un fuerte contenido nacionalista. Ante la escalada de los acontecimientos Austria y Prusia se coordinan y son rápidamente sofocados todos los focos revolucionarios. El nacionalismo alemán no desaparece, y la idea de pertenecer todos a una misma nación que hay que unificar seguirá latente. Esta unificación no se realizará bajo el liberalismo, sino a través del conservadurismo prusiano en 1870.


Las causas del estallido revolucionario de 1848.

1. Las causas económicas.
En el año 1847 se produce una crisis importante en la economía europea, es una crisis agrícola e industrial como las anteriores, pero también, y esto es la novedad, es una crisis financiera.

La crisis agrícola.
En el año 1845 se inicia una crisis agrícola de gran magnitud en Europa, en los inicios encontramos que una plaga ha destrozado la producción de patatas, base de la alimentación de muchos países atlánticos europeos como Irlanda. En 1847 las sequías consecutivas contribuyen a producir cosechas de cereales insuficientes en toda la Europa atlántica. La principal manifestación de la crisis es el colapso de los intercambios comerciales entre el campo y la ciudad, lo que genera una escalada importante de los precios de los productos.

La crisis industrial.
Es debida fundamentalmente a un aumento espectacular de la producción industrial, se acumulan muchos stocks que no se pueden vender ante el escaso poder adquisitivo del mercado rural debido a la crisis agrícola; como consecuencia de esto los empresarios se ven obligados a cerrar las fábricas por la pérdida de beneficios. La revolución de 1848.

La crisis financiera.
Para algunos historiadores se produce también una importante crisis financiera debido a la excesiva especulación y a las fuertes inversiones en el ferrocarril, dejando a la industria y a la agricultura desprovistas de capital. Esto producirá una crisis bursátil (de la bolsa) y la ruina de muchos ahorradores.


2. Las causas sociales.
Como en todas las crisis son las clases populares las que sufren con más intensidad todos sus efectos. La subida espectacular de los precios de los productos de primera necesidad coloca a gran parte de la población urbana al borde de la subsistencia, en el campo la ausencia de excedentes hace que los campesinos no se puedan beneficiar de este fenómeno. El cierre de fábricas con el consiguiente aumento del paro y el desarrollo del mercado negro van a generar tensiones sociales de primer orden. Surgirá, en definitiva, un descontento generalizado de la población, esto hará que se encontre receptiva a la propaganda revolucionaria.
Según Labrousse si nos basáramos exclusivamente en los criterios económicos la revolución debería haber estallado en 1847 y no en 1848, podemos decir, en definitiva, que las causas sociales van a ser determinantes.

3. Causas ideológicas y políticas.
Desde el punto de vista político Europa pasa por una etapa de inestabilidad importante. El continente se encuentra dividido en dos bloques: los países liberales y los absolutistas. Pero dentro de los países liberales se van a producir tensiones, el liberalismo doctrinario (sufragio censitario, soberanía nacional, poder autoritario...) de la alta burguesía va a ser contestado por sectores muy importantes de la sociedad de inspiración claramente republicana. Las clases populares y la baja y media burguesía van a pedir una mayor apertura política y defenderán unos planteamientos políticos que van más allá del liberalismo doctrinario, es el liberalismo democrático donde se exige, entre otras cosas, un mayor número de libertades, el sufragio universal, la soberanía popular, la república como forma de gobierno... En Europa Central y Oriental a este componente liberal-democrático hay que sumarle el componente nacionalista que va a hacer temblar a los regímenes absolutistas, aunque los resultados van a ser más modestos.
Hemos de señalar también la importancia de las ideas sociales, la revolución industrial se ha consolidado en el Continente y el movimiento obrero se ha ido desarrollando, aunque en general se encuentra próximo a las reivindicaciones del liberalismo democrático, su evolución posterior y su marginación tras el triunfo de la revolución les va a ir separando poco a poco. Como hecho importante recordemos que es en 1848 cuando Marx y Engels publican el Manifiesto Comunista, punto de partida de la ideología marxista.

II. El desarrollo de la revolución.

1. La revolución democrática en Francia.

La monarquía de Luis Felipe de Orleans había dado un giro importante hacia el conservadurismo y el autoritarismo a partir de 1832. El gobierno del conservador Guizot mantiene una política autoritaria frente a la oposición y a las fuerzas de izquierdas. El desencadenante de la revolución fue la negativa del gobierno de Guizot a autorizar un banquete político de sus oponentes el día 22 de febrero. El banquete se realizo, y la manifestación contra el Gobierno también. Al día siguiente se repitió, la Guardia Nacional recibe órdenes de disparar contra los manifestantes que se han atrincherado en barricadas, la Guardia Nacional se niega. La situación se complica y el día 24 Luis Felipe abdica, el 25 se proclama la II República Francesa.
Entre las principales fuerzas política que participan en los acontecimientos debemos destacar a los Republicanos demócratas y a los Republicanos sociales.
Los Republicanos demócratas propugnan solo medidas políticas como el sufragio universal, pero dejan de un lado las sociales. Sus partidarios se encuentran en las provincias: entre el campesinado, la baja burguesía y las clases medias en general. Cuentan con el periódico Le National como portavoz de sus ideas.
Los Republicanos sociales buscan cambios mucho más profundos. Sus partidarios se encuentran en el pueblo de París y dentro de ellos distinguimos dos tendencias: los moderados, que admiten la propiedad privada y proponen la nacionalización de la banca y la creación de cooperativas agrícolas e industriales; y los radicales (llamados también socialistas) partidarios de la socialización total y la abolición de la propiedad privada, se encuentran próximos a la ideología obrera, consiguen aprobar la jornada laboral de 10 horas, la abolición de la esclavitud en las colonias, creación de los Talleres Nacionales para dar trabajo a los parados...
Para poder iniciar una nueva etapa política se forma un Gobierno Provisional de demócratas y moderados para elaborar una nueva constitución y hacer frente a la crítica situación del país, pero antes se convocan elecciones.
Las elecciones de abril de 1848 suponen la aplicación del sufragio universal, el cuerpo electoral pasa de los 200.000 votantes anteriores (sufragio censitario) a 9 millones (sufragio universal). Los resultados constituyen una gran victoria para los republicanos demócratas (consiguen 600 de los 900 escaños), una gran derrota para los republicanos sociales, y la consolidación de una oposición de orleanistas (partidarios de Luis Felipe) y legitimistas (partidarios de los Borbones), que contarán con 100 escaños.
Los republicanos sociales radicales (socialistas) al ser vencidos pretenden un golpe de fuerza contra el Gobierno el 15 de mayo. El Gobierno declara ilegal el socialismo y frena las reformas sociales: se suprime la construcción de ferrocarriles así como los Talleres Nacionales, medidas ambas pensadas para dar trabajo a los parados. Los socialistas plantearán una batalla final contra el Gobierno entre el 23 y el 26 de junio, el levantamiento será reprimido por el general Cavaignac que dejará tras de sí un rastro de miles de muertos, 4.000 deportados y 15.000 detenidos; los militares aparecen aliados de los demócratas y la República da un giro hacia posiciones más conservadoras. El proletariado, que hasta entonces había sido la fuerza de choque de la burguesía en la revolución, se separa definitivamente de cualquier movimiento burgués, esa separación será ya definitiva y va a radicalizar más las posturas.
La Constitución aprobada el 12 de noviembre recoge algunos de los principios democráticos como el sufragio universal, libertad de prensa, abolición de la esclavitud
en las colonias, enseñanza primaria gratuita...; pero dará plenos poderes al presidente del gobierno, lo cual le da un toque autoritario y conservador.
Las elecciones para presidente de la II República arrojan un resultado sorprendente, Luis Napoleón, sobrino de Napoleón Bonaparte, se hace con el poder con un amplio margen. El poder fuerte que la constitución garantiza al presidente de la República va a servir a este Luis Napoleón para dar un golpe de Estado y convocar un plebiscito popular para proclamarse emperador, cosa que hará el 2 de diciembre de 1852.
Como vemos el espíritu social que generó la revolución de 1848 desembocó en un régimen imperial para Francia, la Historia se repetía de nuevo.

2. La revolución en Italia.
En Italia la revolución tiene, además del contenido liberal de exigir gobiernos más democráticos, una vertiente claramente nacionalista. Toda la Península se ve sacudida por movimientos revolucionarios. Los inicios se sitúan en el sur, las insurrecciones de Nápoles y Palermo obligan al rey Fernando II a conceder una Constitución, aquí el tono de las reivindicaciones es claramente liberal. En los Estados Pontificios se exige al papa Pío IX un régimen más democrático.
Pero el movimiento más fuerte se da en el norte y está cargado de ingredientes nacionalistas, Milán se rebela contra la ocupación austríaca y recibe el apoyo del ejército del Piamonte, los austríacos se retiran pero por poco tiempo, una vez reorganizado el ejército austríaco derrota al piamontés que está muy mal pertrechado y no recibe el apoyo francés esperado en la batalla de Custozza (25-VII-48). Más tarde, en 1849 Carlos Alberto del Piamonte lo intenta de nuevo y será otra vez derrotado, obligándosele a abdicar en su hijo Víctor Manuel II, el futuro unificador de Italia. En el año 49 se radicalizan las posturas y el papa Pío IX tuvo que huir de Roma donde momentáneamente se proclamó la República.
Como conclusión diremos que todos estos movimientos fracasan, que la causa del nacionalismo italiano no está todavía madura y que el único régimen liberal de Italia es el reino del Piamonte.

3. Revolución liberal y nacionalista en el Imperio Austríaco.
Austria es un conglomerado de nacionalidades muy diferentes que se encuentran unidas por la figura del emperador que gobierna de una manera absolutista y despótica. La revolución estará cargada de elementos liberales en Viena, pero en los distintos territorios del Imperio a estos sentimientos liberales se suma un fuerte contenido nacionalista.
Rápidamente los sucesos franceses e italianos contagian al Imperio Austríaco. La insurrección popular se inicia en Viena y los insurrectos exigen al emperador un régimen liberal y una constitución que salga de un proceso constituyente, así como la destitución del canciller Metternich que reencarna el antiguo orden y las ideas más conservadoras. De todas las peticiones el emperador sólo concede la de suprimir los derechos feudales (muy importante en un país campesino como Austria) y reconocer la igualdad entre todas las nacionalidades que conforman este artificial imperio. Los revolucionarios radicalizan sus posturas y el gobierno recurre a la fuerza, el príncipe Windisckgrätz bombardea Viena y acaba la rebelión, a pesar de todo el emperador Fernando I abdica en su sobrino Francisco José.
La eliminación de los derechos feudales en Hungría, país agrario dominado por la nobleza terrateniente, enfrenta a los húngaros contra los austríacos. Pero junto a esa rebeldía de los nobles están los distintos sectores populares que reclaman más libertad y tienen en común con los anteriores un amplio sentimiento nacionalista. Los liberales toman el poder en Hungría pero actúan de manera autoritaria al incorporarse otras nacionalidades como Cracovia, Transilvania... es decir, los propios derechos y libertades que ellos exigen a los austríacos se lo niegan a los pueblos sometidos a Hungría. Esta sublevación húngara será derrotada tras una fuerte resistencia en la que se llega a proclamar la independencia, Windisckgrätz reprime la revuelta con el apoyo del ejército ruso.
Los checos reclaman también una mayor libertad, se llega incluso a pedir la independencia reivindicando el antiguo reino de Bohemia. La actuación austríaca será como en Hungría, la represión militar, Praga fue ocupada militarmente y con ello acabó la revuelta.
Al principio pareció que la causa revolucionaria llegó a triunfar en los territorios del Imperio, pero la reacción militar de las fuerzas conservadoras y la desunión de los revolucionarios impidió ese triunfo. El nacionalismo húngaro, checo... se mantendría latente y a la larga sería la causa de la disolución de Austria-Hungría tras la I Guerra Mundial.

4. La revolución en Alemania.
A imitación de Francia los movimientos revolucionarios se extienden por Alemania, primero en la zona próxima al Rin, más rica y cercana a Francia, y más tarde por Baviera y Prusia. En Prusia es importante pues es el estado más grande, el emperador Guillermo IV no tiene más remedio que formar un gobierno más liberal, esto será imitado en otros territorios.
En Alemania se unen los dos ingredientes fundamentales: liberalismo y nacionalismo. Representantes de todos los estados se unen en Franckfort y se proclama un parlamento alemán constituyente que representa a toda Alemania, la idea básica es lograr la unidad del país; más tarde se elabora una Constitución. El asunto clave era ver cómo se unía Alemania si en torno a Prusia (Pequeña Alemania) y excluyendo a Austria, país de lengua y cultura alemana; o incluyendo a Austria y dirigiendo ella la unidad (Gran Alemania). Se optó por lo primero y se entregó la corona imperial al rey de Prusia Guillermo IV que la rechazó ya que no era partidario de un régimen liberal, también rechazaron la Constitución Austria, Hannover y Baviera). La utilización del ejército acabaría con todas las tentativas revolucionarias y la disolución del Parlamento de Franckfort, la unidad alemana parecía más lejana que nunca.

5. Las causas del fracaso revolucionario.
Brevemente veremos cuáles son. Entre ellas podemos señalar la mejora económica tras el año 1848. Otra causa sería que la burguesía no se compromete a fondo porque teme la revolución proletaria. Además, los reyes absolutistas se apoyan entre sí y controlan el ejército que es el elemento clave para reprimir cualquier movimiento subversivo. Hemos de observar también que los revolucionarios no son solidarios entre ellos mismos ni con los movimientos similares en otros países.






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